
A quien pueda interesar:
...y lloro sin que tú sepas que el llanto mío
tiene lágrimas negras como mi vida...
tiene lágrimas negras como mi vida...
No sé qué decir cuando lo que se dice es tan repetitivo.
Sólo sé que el amor es una fuerza de la naturaleza que apenas podemos controlar. Que hace todo tipo de racionalizaciónes inválidas y, a veces, pero sólo para los más afortunados, no parece una montaña rusa.
Me levanté pensando en Shakespeare y todas sus historias de amor desencontradas. Sus starcrossed lovers siempre me cautivaron y me han hecho llorar una y otra vez, sin embargo, un llanto de alegría porque un amor así no cabe en este mundo. Entonces, ¿qué amor cabe? Mi favorito es el de la primera carta a los Corintios, sí, el de las bodas y el que, hasta la saciedad, se repite una y otra vez en pequeñas dosis en tarjetas de Hallmark y arreglos de flores y pasa desapercibido. Pero de vez en cuando podríamos leerlo en grande... es ese amor que no sólo tiene un versículo, sino 13; Hoy, 14, te lo recuerdo...

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.
También quisiera recordarte que el amor trasciende los límites de la pareja y que se debe buscar en todas las relaciones que cultivas. En otras versiones de la carta a los Corintios en vez de decir Amor dice Caridad, cosa que encuentro más apropiada, aunque se debe explicar mejor. Poco a poco se nos olvida lo que es la caridad y cuán importante es. Más allá de la filantropía de las ONG y las organizaciones sin fines de lucro, la caridad es esa virtud que potencia todo tipo de amor y amistad genuina. Aunque los actos caritativos-benéficos son importantes, no abarcan el significado completo de la palabra. La caridad es ese amor libre que obedece al altruismo y la paciencia. Es poner a otros antes que a ti mismo con o sin saber si serás tratado con la misma moneda... pero el que siembra amor lo recibe.
El amor es un bien valioso que tampoco ha de ser desperdiciado, no lo eches a perder en empresas imposibles o estériles cuando hay tanto que hacer germinar con ese amor. No lo confundas con pasión, que puede ser una buena aliada pero a veces su peor enemiga. Busca en tu interior a los que te aman con sus acciones, a esos que son incondicionales y en ellos encontrarás refugio y no desolación. El amor perdona porque sabe reconocer el propósito de enmienda verdadero, perdona y olvida... ¡pero aprende! La caridad no conoce el rencor. La caridad piensa antes de hablar, de actuar, de decidir...

¿Qué sabía Shakespeare que nosotros no? Conocía las profundidades del amor y sus consecuencias. Sabía de las idiosincracias que no lo dejan florecer y recurría a lo único que podía contra ellas, la muerte. Es una pena que, para muchos, no es hasta la muerte que no reconocen su error; no es hasta verle la cara al sufrimiento que no reconocen su falta de caridad y, lo peor: es ahí, al borde de la angustiase, que se dan cuenta que sin amor no pueden vivir.
A veces me gustaría vivir en la Verona de los Capulet o en la Dinamarca de Hamlet; lugares lejanos donde el amor era incuestionable y vivías amando o la vida no tenía sentido. Me encantaría tenerlo tan claro como Julieta u Ofelia; para ellas no había luchas familiares o polémicas de suceción que cuestionaran lo que sentían. Para ellas las banalidades de la vida no tenían partido en el amor. Lloramos cuando mueren porque muere con ellas el amor en esta vida, pues sólo puede ser libre en la muerte. Así lo dijo Quevedo mucho antes que el marketing hiciera burla de él.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Ahora tú decides cómo quieres vivir la Caridad, pero recuerda...
Love Free or Die Hard.