viernes, 5 de agosto de 2016

Pumping sessions: otra vez con la bomba a cuestas




Hoy es mi segundo día de vuelta al trabajo a tiempo completo. Soy maestra y tengo dos hijos pequeños, una niña de dos años recién cumplido y un bebé de 14 semanas hoy. Soy madre lactante y por segunda vez ando con la bomba a cuestas para sacarme leche en el trabajo. Creo que establecer la lactancia y mantenerla por un año siendo madre trabajadora ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida y la más gratificante. Aquí estoy haciéndolo otra vez. 

Ha sido como correr bicicleta, no se olvida pero llevaba un año sin lactar, y el recuerdo de mi niña ya grande era lo más fresco que tenía, volver a empezar con un recién nacido fue como empezar de cero. Por eso quisiera plasmar mis experiencias durante mis sesiones con la bomba...  Y así ayudar a quien me lea y entretenerme mientras. 

Regresar al trabajo como madre lactante puede ser un agobio. ¿Qué hacer para no cargar con tanto, y ahorrar valiosos minutos que debemos usar para extraernos la leche?

1. Preparar dos juegos de partes de la máquina para poder tener uno limpio siempre mientras el otro se seca. 
2. Llevar siempre una bolsa (zip top) para partes usadas y ponerlas en la nevera después de terminar de sacarte leche, las puedes usar para la siguiente sesións sin tener que limpiarlas. 
3. Que tu maridito te ayude a fregarlas en la noche y prepararlas para el día siguiente... Probablemente estarás con el bebé en el pecho en la tarde después del trabajo, y tú sabes... Hay que comer, bañarse y esas cosas.
4. Deja la bomba y lo que necesites en el cuarto de lactancia de tu trabajo (¡no puedo creer que tenemos uno!). Así no tienes que cargar con eso todo el día. 
5. Llévate agua, meriendas y fotos del pequeño para verlas mientras te extraes. 
6. Sé activa mientras te extraes la leche. Date masaje y aprieta como si fueran limones. Lograrás extraer casi una onza más así! 

Hablando de eso. Basta de escribir, ahora a apretar. 

¡Seguimos con la bomba a cuestas mañana! 

miércoles, 18 de mayo de 2016

De parto, ¡otra vez!




Para no perder la costumbre, escribo el día de mi fecha de parto y en el celular. Esta vez con las dos manos pero aún dando el pecho. La diferencia no es solo que esta vez tuve un niño, ni que nació en Texas... Si no que la mitad de mis días estoy pegada a la máquina saca leches porque el pequeño nació con prisa y maldeamores. 

La bilirrubina, esa cosa que todos conocemos por Juan Luis Guerra, que se le sube a los bebés y que nos obliga a sacarlos al sol para que el tinte amarillo en la piel y los ojos les baje nos acosó hasta ayer -17 días después de nacer- En especial en un bebé que quiso nacer a las 37 semanas recién cumplidas... En esa zona gris entre término y prematuro, unos cuantos días más le hubieran venido bien. Un bebé grande, 19" y 7.7 lb. Un número difícil de alcanzar después de perder el 10% de rigor postparto, cuando no nació con la suficiente fuerza para mamar y para colmo con frenillo. Tongue tied le dicen aquí... El pobre chupaba y no hacía más que acribillarme los pechos, se quedaba con hambre pero el cansancio del esfuerzo era tal que dormía demasiado. En el día 5 se lo arreglaron. 

Ahí entonces la bilirrubina se apoderó, no comía para eliminarla y pues yo llena de leche empecé a sacármela para dársela en biberón. ¡Qué distante a la experiencia con Elena, que nació con hambre, gorda y cachetona! Desde entonces me han perseguido la bomba y los mililitros y las balanzas y los cálculos y la fregadera de piezas y biberones y esterilizar. Hasta luces de foto terapia para la bilirrubina. Repito, madre primeriza otra vez porque la experiencia ha sido totalmente diferente. 

Mi adorado niño es un ángel, come, duerme y a penas llora. Su hermana mayor, con a penas 23 meses, lo quiere, lo añoña y le dice I love you todo el tiempo. No dejo de pensar en todas las veces que dije que odiaba sacarme leche, en todas las veces que me gloriaba de no haber tenido que fregar un bibí en 8 semanas hasta que empecé a trabajar... Porque al que no le gusta el caldo, le dan dos tazas. ¡Y claro que voy a lactar!

Claro, saber los trucos galactorreicos... Cómo usar la máquina más eficientemente, cómo guardar la leche, como estimular la producción... Eso ya lo había aprendido con muchos agobios la vez pasada y gracias al grupo de apoyo del Presby en San Juan. Aquí, para repasar y recuperar las destrezas cuento con el apoyo de mi comadre y con unas enfermeras de lactancia estupendas en el hospital donde di a luz. Hasta tienen un grupo de apoyo al que pienso ir lo más posible para mantener mi sanidad. 

Entonces... ¿No estábamos de parto? Sí, claro... Pero como descubrí con el primero, parir es el comienzo y no de lo más difícil. Como decía Carmen Rosa -mi dula en Puerto Rico- "el muchacho tiene que salir". A lo que yo añado, y entonces comienza lo bueno; la caja de Pandora se abre y el caos siempre está a la vuelta de la esquina. Esta vez Omar y yo nos lanzamos a repasar las lecciones aprendidas con Carmen Rosa y el primer parto y hasta tomamos un tour del hospital, éramos los únicos que ya habíamos parido. Pero yo tenía que parir en inglés y eso para mí, junto con rezar en inglés se me hace muy extraño. Tenía que ver el espacio, repasar el vocabulario y prepararme... Casi como estudiar para un examen final. 

Entonces, viendo House of Cards y en el episodio final me empiezan unos dolores... Pensé que el cansancio y la frustración de la búsqueda de apartamentos me estaban pidiendo que me acostara hasta el otro día... Ya eran las 9:40. Ahí otro dolor fuerte y apagué el finale a 10 minutos de culminar. Me dije que no me pasaría como con Elena y me acostaría a dormir para estar descansada en caso de estar de parto. 

"Omar, estoy sangrando y tengo contracciones... Nada muy fuerte pero para que sepas"... Entre dormido y despierto me dice "¿en serio? Estoy durmiendo"- "nada, duerme, me voy a bañar cualquier cosa" 

Sí claro, pero ahí es que una se baña, se afeita las piernas que hacía meses ha ni me veía con la panza y se seca el pelo... Por si acaso y para las fotos. Pongo la cabeza en la almohada y al rato... Una contracción y un chorrito... Y yo "¡en serio!" Al baño a corroborar... Sí, el tapon fuera y otra contracción desde la espalda con sabor a hierro. Ya eran unas cuantas y se acercaban, y aún había que dejar a Ele con mi tía.

"Omar, it's showtime!" "¿Qué?" "Que nos tenemos que ir al hospital" "Pero si estoy durmiendo"... La fijación con el sueño... Recogimos y con la espalda como epicentro las contracciones llegaron a 4 minutos y nosotros al hospital. Otra vez algo totalmente distinto al primero. 

Con el primero yo podía descansar entre contracciones, aquí el cuerpo se me quedaba tenso, temblando desde la espalda baja y cada vez con menos control. Respiramos, contamos y ningún grito después me di cuenta que la epidural estaba ahí... Columpiándose frente a mí y yo sin Carmen Rosa. Omar me masajeaba la espalda y me contaba las respiraciones... Lo hicimos todo hasta que los latidos del bebé bajaban con cada contracción y me confinaron a una posición cómoda para él y horrible para mí y mis dolores: Back labor le llaman. El Niño estaba puesto del revés con su cara hacia mi hueso público porque tenía tanta prisa que quería verme la cara tan pronto saliera. Pero la parte de atrás de su cabeza... Tallándome la espalda baja. 

"I can't believe I caved!" Repetí eso varias veces con el alivio que solo la epidural da. Dos horas después y varias maniobras para poner al muchacho mirando hacia abajo, estaba pujando y otra vez experimentando esa cosa tan hermosa que es dividirme en otra persona, oír mi piel llorar, oler a vida. 

7 horas desde el primer dolor y ya lo tenía en mis brazos. La mitad que el primer parto... Y dos horas de epidural... I now believe that I caved. Ningún punto... La leche me llegó dos días después... Porque no todo puede ser cuesta arriba. Para todo lo demás está mi madre que atiende a Ele en lo que yo me ordeño, da bibis en lo que cuento mililitros y cocina mientras saco cuentas de los mínimos a darle para que recupere las 7.7 con que nació. 

Ahí estamos. Se puede y sabiendo que amamantar es lo mejor, aún más. Ya veo la luz al final del túnel... Espero poder descansar de la bomba pronto. Mi bebé está bien y mi familia es mi bendición. ¡Hasta la próxima! 


miércoles, 24 de febrero de 2016

Un año...




Hace un año escribí esto. Creo que ya estoy lista... 

Día 1

6am escucho a Elena y la ducha está corriendo. Omar se ducha, quizás está llorando, no sé... Yo trato de repasar el día, la mañana... A qué hora hay que salir de la casa, ¿a dónde vamos? En algún lugar de mi cabeza está la idea de que Omar se va a Dallas hoy y no tiene billete de vuelta. Elena está balbuceando otra vez. Me levanto y entro a la habitación y ella está parada en la cuna, feliz y hermosa como siempre. Se me hace ahora obvio que Omar se levante a sacarla de la cuna todas las mañana y me la deja en la cama para lactarla. Cambiarle el pañal no importa porque ella es feliz y es lo mejor que me ha pasado en el día... Y aun tengo lagañas en los ojos. Hoy papá estaba en la ducha y no la levantó, me tocó a mí, qué placer. 

Mañana también me tocará a mí. Omar no la escuchará, solo yo. Elena lo extrañará al despertarse y yo sentiré el corazón de Omar romperse un poco cada mañana en la que yo vaya a atenderla... No sé si ella espera a papá... Yo creo que sí. 

Omar se fue. Me fui al trabajo... Regresé a casa en la tarde... Una casa vacía, con rastros de vida, la cama deshecha.. El fregadero sucio... Las cajas... Las cajas amontonadas, abiertas, 30 cajas. Las paredes vacías... El cuarto de mi nena vacío... Las paredes que pintamos entre malas barrigas y mariposas son todo lo que queda de la ilusión de tenerle un nido de amor a nuestro retoño... La casita. La casa desmontada... Y finalmente lloré cuando recogí su lado de la cama... Vacié el vaso de agua que siempre se lleva al lado de la cama para poder dormir y que siempre se queda medio lleno... Recogí la crema que maniáticamente se pone dos veces en las manos antes de dormirse. Lloré un poco... Quizás lo que más me permití llorar... Me dolió el pecho... Están llenas de leche... No me he sacado leche hoy y Elena tomó un biberón que entonces está esperando a salir ... Recogí la cuna de mi bebé. Se la
Llevaron. Su cuna se la llevaron hoy. El cuarto en el que aprendí a lactar, a dormir con un ojo abierto y una bebé en la teta. El cuarto que huele a casa está vacío, la cama está vacía. Papá no está... Esto es muy fuerte... Las cajas. 

lunes, 23 de junio de 2014

De parto: crónica

Hoy, víspera de San Juan, 23 de junio de 2014 es una de las fechas que más he repetido en mi vida: mi fecha de parto. Cuando me enteré que estaba embarazada lo primero que hice fue calcular cuándo iba a ver a mi pequeña o pequeño... Así comenzó la anticipación al momento más hermoso de mi vida: el parto.

Los lunes aumentaban las semanas y poco a poco la barriga crecía. Nos dijeron que iba a ser una nena, así las cosas se hacían cada vez más reales. Menos horas de sueño, más nervios y mucho que hacer para recibir a nuestra hija. En el proceso descubrí quién es el hombre con quien me casé. Me volví a enamorar de él mientras nos acercábamos al día de hoy.

Cuando llegué a término en la semana 38 ya había hecho compra, limpiado esquinas, recogido papeles y lavado todo lo de la nena. Entre tanto, las tardes las pasaba flotando en la piscina para sobrellevar el calor de un verano que recién estrenamos. El fin de semana de padres nos fuimos a la playa y montamos las maletas del hospital ... Por si acaso. Hasta me llevé las fotos de la boda para hacer nuestro álbum, finalmente. Así lo hice el viernes 14.

El sábado disfruté de mi barrigota en la piscina con mi mamá y mis hermanas. Comimos riquísimo y en familia. Tanto así que cuando empecé a notar las señales de parto ya era de noche. Ahí fue que mi cuerpo me comenzó a llevar por el camino de la luz.

Contracciones van, contracciones vienen, la expectativa aumenta... ¡Ya va a llegar! "Omar, creo que es hora"... Era la 1:45 am del domingo de padres. Hice lo de siempre, bañarme, secarme el pelo, maquillarme y esperar a que fuera el momento de salir al hospital. Mientras tanto, siempre me mantuve en comunicación con mi doula, Carmen Rosa; ese ángel que me enseñó el camino y nos acompañó a Omar y a mí a navegar los dolores, los nervios y la alegría inmensa de ver nacer.

De un momento para otro cambiaron las enfermeras, llego mi Doula, el médico y finalmente dejaron entrar a Omar... estábamos de parto. Recuperé el ritmo de las contracciones con las respiraciones y la guía de Carmen Rosa y de Omar. Ese apoyo fue clave. Perdí la noción del tiempo y sólo tenía consciencia de cuándo comenzaría una nueva contracción. Sólo vivía en el presente. Yo pensaba que me desesperaría pero no, el presente me necesitaba.

Entonces quise pujar... Aún estábamos a mitad de camino pero Carmen Rosa me dijo, puja un poco... Alivio. Así comenzó el rápido descenso del dolor y de mi pequeña. No sé cuánto pasó pero sentí una enfermera ayudádome a dilatar... Me dejaron pujar y Omar estaba cada vez más emocionado. Llegó el médico y en un abrir y cerrar de ojos transformaron la camilla y los ojos de Omar se aguaron, en su voz  se oía la emoción de ver, finalmente, ver la cabecita. Un pequeño atisbo de el cuerpecito que se movía sin cesar en mi vientre.

Yo perdí el control de mi cuerpo, sabio y divino, y me dejé llevar hacia el dolor con cada pujo de alivio. Me daba tranquilidad, ánimo, el sentir mi cuerpo dando paso a mi bebé. ¡Qué sensación más hermosa, qué dolor más perfecto! Cuanta alegría al escuchar a Omar decirme, "mira Diana", entre sollozos.

Abrí los ojos y recuperé un sentido que me sobraba. No tenía por qué mirar antes... Sentir, oler, respirar era suficiente... Pero ahí yo vi la luz. miré hacia abajo y vi a mi hija  aún unida a mí y yo dando vida como de la mano de Dios. Verla nacer... hacer nacer, desearía nunca olvidar ese momento, nunca olvidar la intensidad con la que se siente la vida que corre por mis venas y que junto con Omar y Dios le dimos a una nueva criatura.

Hoy la miro y la imagino dentro de mí solo para admirar la perfección humana. Miro a mi esposo y me regocijo en la realidad que mi mamá me enseñó: el amor se multiplica. Nuestra hija nos ha enseñado tanto y tan sólo tiene unos días de nacida... Hoy, le doy gracias a Dios por permitirme esta experiencia, por regalarnos tanta alegría y por encomendarnos una vida nueva. Jamás pensé tener tanto amor que dar, querer tanto a mi esposo y sentirme plenamente feliz.

jueves, 2 de febrero de 2012

De fuegos y candelas...

Hoy. Dos de febrero de dos mil doce. Día de la Candelaria. De la Virgen de la Candelaria. Día de quemar arboles de Navidad... según me cuentan mis recuerdos de la infancia. Pero hoy es un día diferente, un semestre nuevo y un camino nuevo. Ahora resulta que trabajo a 100km de mi casa y los recorro de lunes a jueves por la autopista. Subo una montaña y la bajo a las millas. Subo la montaña y cuando bajo me encuentro un arbolito de naranja perenne que se burla de mi efímera existencia humana y me anuncia el cambio de paisaje. Cruzo la piquiña y el paisaje se consume. Se vuelve otro país el mío y las montañas se tornan oscuras y amarillas. Hoy. Dos de febrero de dos mil doce. Día de la Candelaria. De la Virgen de la Candelaria se estaba quemando la tierra desde Salinas hasta Ponce. 

El paisaje del dos mil doce en las montañas del sur se resume en paja, fuego y candela. En tierra hecha carbon que nunca se extingue. Doy gracias a Dios todos los días por acompañarme en el viaje hacia mi trabajo, con el que, de lunes a jueves, me gano el cielo... o eso intento. Le doy gracias porque me ha obligado a que mi peor defecto... el pensar demasiado... tenga que ser puesto en revisión... en pausa... a prueba. Gracias porque las dos horas largas que paso en el carro todos los días dejaron de ser un infierno que me abrasaba a 75 grados farenheit según termostato de mi carro y se han vuelto en remanso de paz y reflexion saludable. Aún hay días en los que mi cerebro hierve con pensamientos excesivos... racionalizaciones ad infinitum... pero días como hoy #triunfo. Días como hoy arde la tierra y no yo... ni mis orejas, que a veces anuncian tragedias inventadas por mis neuronas. 

Hoy. Dos de febrero de dos mil doce. Día de la Candelaria. De la Virgen de la Candelaria. Hoy la carretera olía a carbón y no a hule. Los policías miraban el fuego y se veían impotentes... insignificantes. Hoy el arbolito de naranjas infinitas anunciaba fuego. El aire...dentro a 75 grados farenheit... fuera entre 70 y 86... aire seco y perfecto para quemar mis pensamientos antes de que lleguen a mí. Antes de que vengan a joder y antes de que vengan a quitarme la paz. El aire seco que esparce el fuego desde el Km 70 hasta el 99 y aire fresco que anuncia vida en la tierra que abona. 

Hoy hemos quemado todo... cosas... pecados... alegrías alternas... vidas imposibles... libros... mártires... vírgenes... putas... perros... ideas... lo hemos dejado todo fuera del carro y puesto la radio para que habite nuestras palabras y piense por nosotros. Para pensar tenemos tiempo. Ahora todos los días me levanto y me propongo no pensar en lo innecesario y esa es mi lucha... una al día... un día a la vez... día tras día.  

jueves, 5 de enero de 2012

Oda al Padre

Este nuevo año trae mucha expectativa, especialmente ya que vivo oficialmente en la isla. Trae muchos planes -profesionales y personales-. Como siempre, esperamos que traiga más y mejores cosas que el año pasado y que se lleve el 2011 lo malo para no volver más a caer en lo mismo. Bueno, pero yo me pregunto: qué tiene de diferente un día de otro; el sol sale por el mismo lado, llueve igual que todos los días en el Caribe, hace el mismo calor y las iguanas -gallinas de palo- se aparecen en la cocina como si fuera cualquier otro día. De hecho, he empezado a pensar que Puerto Rico -como Macondo- terminará destruido no por hormigas si no por Iguanas. Nada, hablo mucho para decir que mis intenciones de "echar pa'lante" son las mismas que tenía el 30 de diciembre y las mismas que tengo hoy.

En cuanto a mí, mi escritura y sobre todo mi lectura: más me vale que me ponga al día pues los proyectos son abrumadores y muy emocionantes... A todo esto, miro para atrás y quiero resaltar un hecho: A mediados de diciembre del 2011 el consultorio de mi Papá cumplió 30 años de servicio al público. Después de haber empezado como una pequeña empresa familiar -y lo sigue siendo-, ahora es un vivo ejemplo de dedicación y sacrificio. Tanta cosa con cambiar las canciones del Gran Combo, pienso que deberíamos mirar más a fondo aquello que desde siempre se planteó como una fuente de sustento y espejo de lo que debería ser la iniciativa puertorriqueña de "echar pa'lante". Para cuando el Combo estaba cantando sobre cómo "vivir la vida comiendo durmiendo y no haciendo ná", hubo una generación -los baby boomers- que se lanzaron a la aventura de ser sus propios jefes y con sus empresas cargan hoy día nuestro país. 

No me malinterpreten, como buena cocola considero que la versión original de la canción del Gran Combo es la mejor y tiene una profundidad que su nueva versión ha dejado de lado. Agrupaciones como el Combo también son ejemplo de cómo el arte es un sustento y fuente de trabajo honesto; a través de ellos nuestras generaciones conocen la idiosincrasia de nuestros padres y abuelos. Sus crónicas musicalizadas y los grandes soneos son mejor prueba de lo que es Puerto Rico de la que encontramos en algunos libros de historia.

Volviendo al tema, allí en esa pequeña empresa familiar aprendí a trabajar los veranos a cambio de un radio que usaba para grabar canciones de la radio a casettes. Luego, trabajé por hora y por el salario mínimo que me enseñó cuántas horas hay que trabajar para comprarse un par de mahones. Pude trabajar junto a mis amigos, mi padre y compañeros que me vieron crecer pues "la oficina" es más vieja que yo. Me enorgullece saberme parte y razón de un proyecto como tal y por eso, cuando me pidieron que escribiera una semblanza sobre mi papá para una fiesta, lo hice con mucho gusto y humildad. Aunque no pude ir a la fiesta -parece que sí hay un límite a cuánto lechón uno puede comer en Navidad-, cuando mi papá llegó me contó que usaron lo que les di para que un trovador improvisara sobre su figura. Mi mamá me confesó que se puso rojo y hasta le dieron hasta sudores de la emoción y sorpresa. Espero poder ver algún vídeo, pero me quedo satisfecha. Por lo demás, les dejo lo que escribí y con mucho gusto lo uso para abrir las hojas del 2012 en Margaritas Lunáticas. ¡Feliz año!

Hace treinta años abre las puertas la Oficina Dental Dres. Torres Fernández y Gilbert, un nene de veintipocos, junto a su hermano, se dio a la tarea de echar adelante lo que ahora es una exitosa empresa familiar. Mi papá, sí porque no tengo forma de escribir esto en tercera persona, parece que fue un pequeño over-achiever; y digo "parece" porque nunca nos lo dijo... Yo me di cuenta cuando ya era grande y ayudaba en a oficina. Me puse a mirar lo que siempre me parecieron cuadros en la pared y resultaron ser diplomas y placas que siempre lo ponían de presidente de esto... primero en lo otro, o decían "por sus altos logros en..." Bueno, creo que ya entendieron el punto. Lo digo porque esto lo ha caracterizado como una persona humilde que siempre ha sabido guiarnos, -a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo, estudiantes... - sin alardes de grandeza; todo lo contrario, con justicia y rectitud hasta cuando tiene el bigote alzado debajo de la trompa. 



Papi es, esencialmente, una persona dedicada que cree y da el ejemplo de que yendo todos los días a trabajar con alegría y sencillez uno poco a poco se va ganando el Cielo. Pero, lo que mejor se le da es traer ese Cielo a la Tierra. Claro, a quién le gusta esperar por lo bueno si se pueden disfrutar los frutos del buen trabajo hoy y ahora. Él y su familia somos ejemplo de ello. Una familia grande, sin duda, que da fe de su confianza en Dios y en su generosidad. 



Él también es un ser generoso como ningún otro, no escatima en aquello que se le pide ni en lo que gustosamente ofrece a los suyos en casa y en el trabajo -su segunda casa y familia extendida-. Para él todos somos familia y así nos trata, no es que ahora, por ser abuelo, se haya enchochado; detrás del bigote siempre hay alguna sonrisa o chiste -quizás vellón- que nos deja saber que nos aprecia en cantidad. Se acuerda de los nombres y apellidos de todos, o al menos del sobrenombre que nos ha puesto. Alguna vez hemos presenciado o protagonizado alguna de sus expresiones inadecuadas de humor o franqueza que nos matan de la risa y se vuelven cuentos para la historia. A mí me los contaban Tata, Tuti o Juuuuulia. 



No sé si fue por azar, pero esa canción con la que nos deleita chisteando resume en parte su filosofía porque "la familia es una institución donde el individuo toma formación, y si no formamos un mejor hogar marchar bien no puede nuestra sociedad". 

viernes, 4 de noviembre de 2011

De cervezas, distancias y muchos tonos de gris...

"Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito." Sor Juana Inés de la Cruz



Foto por Diana M

   La vida contemplativa puede ser llamativa para aquel que desee mirar desde la ventana lo bien o lo mal que va el mundo, pasar juicio y sentirse que está por encima de todos los que laboramos como pequeñas hormiguitas en su hormigario. Aristóteles mismo consideraba que era sólo mediante la vida contemplativa que uno podía adquirir la eudaimonía o felicidad -eso me enseñaron en la UPR y es algo que jamás olvidaré por encontrarlo un poco absurdo; observar, no vivir, para ser feliz viviendo. Esto, que para mí es una paradoja, se me ha presentado últimamente en mi propia vida como un reto: pensar en cómo deberían ser las cosas para adquirir la felicidad versus vivir las cosas según vengan y ser feliz. Tanta conversación de medios y fines últimos deja confundido a cualquiera y el instinto nos puede llevar a un estado casi de ermitañismo social en donde corremos el riesgo de alienarnos, enfriarnos y quedar hechos una pseudo piedra angular del "ser feliz según yo". 
  
   De más está decir que todo lo anterior es un extremo de una fina línea entre el blanco y el negro donde en milímetros infinitos se esconden muchos tonos de gris. ¿Qué quiero de la vida? ¿De mi trabajo? ¿De mi pareja? ¿De mi familia? ¿Para mi futuro? ... Y todo está estupendo mientras eres sólo un cerebro entrenado para pensar, sentirse culpable y pedir perdón en un confesionario de donde sales flotando en el éxtasis que de da el alma perdonada. Luego es que viene lo bueno... la distancia se sobrevive con cervezas. En la distancia acogedora que brinda una relación intelectual con la vida, con las personas, hay tiempo para racionalizar las cosas, para pensar antes de actuar y para siempre decir lo correcto. Mientras uno se entretiene y fomenta la reflexión con elixires socialmente aceptados para la evasión como la cerveza y uno que otro chupito, cubata o copa de vino o sangría. Cuando, por la razón que sea la mente contemplativa que ha disfrutado de un estado de paz individualista se enfrenta a compartir su tiempo, sus pensamientos más preciados y su mayor tesoro, el cuerpo que habita puede que haya luchas, roces y fricciones que caldeen mucho más que los ánimos: alteran las palpitaciones constantes de las corrientes nerviosas que antes estaban tan en sincronía... Ahhh pero las armonías son hermosas. 
   
   Como algunos sabrán canto, o digo que canto, me encanta cantar, cacarear, me cautiva tanto que cuando canto contadas canciones siento de un cantazo un lagrimeo instantáneo bajo la nariz que, a cuenta gotas, cae caliente por mi traquea quemando mi cuarta costilla, detrás del esternón. Y me pides -pido- en tu sordo grito -caricia- que pida -dé- en verdad. / Donde mueren -morimos- miles -nosotros- por la guerra -nuestra guerra- que reine la paz -el amor-. Canciones que me llevan a momentos en mi vida donde me entretenía en tejer telarañas sobre el corazón creyendo que lo preparaba para querer cuando lo que hacía era creerme sabia e inmune. Ahora que está tiernecito y lleno aprendo que no hay esquema que no se pueda romper y que es mejor construirlos juntos todos que acomodar a otros en donde ni nosotros cabemos. Las armonías que se consiguen en una coral, con los años, son las más hermosas, las más sentidas y de las que uno está orgulloso pues la total sincronía de una sola voz es fácil y plana... la sincronía armónica de altos y bajos, hombres y mujeres, padres e hijos, esposos y esposas, novios y novias... le dan calidez a una letra viva salida del papel sangrante, de unos acordes enredados y de unas gargantas ¿felices? pues sí, ¡felices! 

Foto por Diana M
   Cantar, enseñar, amar, llorar, sufrir, ir a la playa, tener 8 hermanos y un sobrino, leer, coger clase, estar en talleres, tomar fotos, mirar a través de la lente, se presentan como los colores infinitos de una acuarela con la que puedo pintar mis textos y llevo demasiado sin hacerlo... así como cuando uno deja que se mezclen las plasticinas y al final acaban con un color marrón caca con el que no sabemos qué hacer. En mi caso, aún puedo desenredar los colores e ir sacando de dentro del mármol frío la beta increíble de la humanidad entera pasada por mi pluma. Del bronce severo que con el tiempo se ve mejor, más turquesa, de un Pensador contemplativo y aristotélico quiero llegar al mármol helado y terso de las estatuas en movimiento y pasión que desvelan de dentro de un bloque de hielo la delicadeza de una caricia que no llega a completarse en un puño amoroso.


Foto por Diana M
 Quiero llegar al abrazo de dos cuerpos calientes que se desdibuja como única opción de la piedra rectangular en la que Rodin vio su destino real. Cuerpos, mentes, esquemas que aún en piedra consiguen unirse en un beso desenfadado, natural y desafiante. Quitarme el casco, perdón, el sombrero, ante la vida que delante de mis ojos me lo ha dado todo y yo lo encasillé en un edificio inhabitable por el que la cal se cuela desde el tejado y daña sus cimientos taladrándome la bola de cristal en la que guardé mi corazón cual bestia que guarda la rosa hechizada para verla marchitarse y deshojando todo cuanto pasa por su vida, prejuiciada ante su propio reflejo escribiendo en sangre: "Yo, la peor de todas"... y todo porque ya había escrito el guión de un monólogo intraducible a dueto. ¡Qué ganas de escribir el dueto acompañada!... antes de tener que escribir un duelo. Será que se podrá, que podré, que podremos escribirlo juntos sin directrices de guionista de hollywood: "mirada penetrante", "abrazo profundo", "beso de película", "suspiro"... suspiro, palpitaciones, sudor, lágrimas... lágrimas alegres, carcajadas, cosquillas, salsas, olas, fotos, foto, foto, foto. 
Foto por Diana M
    No en balde el pensador es de un negro azabache y brilloso que refleja lo opaca que está su mente contemplativa, lo enredados que están sus pensamientos y lo oscura que se ha vuelto su alma consternada por yoqueséqué. Para todos aquellos que no somos estatuas ni personajes de cuentos de hadas a lo Disney  -sí porque los de los hermanos Grimm eran mucho más humanos- que nos gusta cantar llorando, llorar cantando, bailar sudando y sudar cantando lo que bailamos, nuestras pieles se tornan relucientes, tanto así que son transparentes... nuestros ojos guardan el brillo del mármol del que fuimos esculpidos porque el Maestro, el Artista, con su cincel inicial, indice, pincel, nos encendió por dentro una llama que irradia eternamente y debe contagiar a todo aquel que se nos acerque. Llama que no se enfría aún cuando caen chubascos y borrascas, ni aún cuando cae granizo con la fuerza que sólo éste tiene. Es nuestra naturaleza, mantener la llama encendida aún así sea un poquito, lo justo para iluminar nuestro camino más allá de nuestros propios pies.

Una foto vale más que mil palabras...