
Who said a book can't change your life?
Trabajo con libros, los toco todos los días, son mi arroz con habichuelas. Si, soy Old School pero alguien tenía que hacerlo. Me encanta cómo huelen los libros nuevos, recién publicados y sacados calientitos de la imprenta. Hoy por hoy cambian mi vida todos los días, la construyen. Mientras tanto, intento escribir el mío propio. No, no estoy siendo cursi porque vivir la vida es como escribir un libro, NO. Intento escribir mi tesis doctoral y me faltan palabras. No tengo concentración y por las mañanas creo que me como el mundo y diez páginas son una tontería, y a las doce de la media noche me encuentro con que esas diez páginas que tengo escritas en mi cabeza han podido conmigo y un día más ha pasado y no lo he conseguido. No es la primera vez que me pasa... siempre trabajo mejor bajo presión y consigo llegar al deadline. La diferencia es que esta vez es la primera que tengo miedo de no dar la talla, de no terminar y de decepcionarme, a mí misma, pero lo que es peor, a todos los que han apostado por mí. Ea, ahí lo llevan... lo he dicho... tengo miedo.
Sé que este es el libro que cambiará mi vida para siempre. Más que nada será el comienzo y el final, mi Alef... esa letra primigenia... ese cruce histórico. No lo publicará nadie, lo mandaré a imprimir yo de mi bolsillo, si lo termino: una copia para la universidad y otra para mi departamento. Encuadernado de lo mas mono e impreso en papel acid free... queremos que dure mucho ahí entre tantas tesis que representan los sueños de tantos estudiantes, becarios e investigadores jóvenes que se metieron en esto sin saber bien hacia dónde se estaban embarcando. Para ser sincera, todavía no sé para dónde voy y todos los días pienso de dónde vengo, para que no se me olvide cómo Puerto Rico huele a cerrado tan pronto sales de las sliding doors del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, sí ese mismo... del que me paso escribiendo en mi tesis... sip... todo el segundo capítulo y más. Trabajo sobre mi isla, la escribo, la describo, la codifico y hago croquis para que estos europeos la entiendan... para que entiendan qué significa mofongo y salmorejo de jueyes... No, no salmorejo cordobés... salmorejo de jueyes.... sí buey de mar... sí se cocina.... sí viene de salmuera... que es caliente. No, ni siquiera voy a intentar los cuchifritos.
Un amigo me dijo que me pasaba como a él, que me paralizaba yo misma. "You are just self-paralizing your work by wanting to do everything a the same time" y pienso, pero es que no tengo tiempo. Pero luego miro hacia atrás y veo que cuando sí tenía el tiempo era igual. Empezaba una cosa y al rato ya estaba buscando información sobre otra que estaba levemente relacionada a la anterior. Al final me quedan retazos de bibliografía pellizcados por una mente dispersa y que en vez de escribir lo que tiene que hacer en un to do list, no puede evitar querer abarcarlo todo. Obviamente al final no aprieto nada. ¿Será por eso que no funcionaba si no tenía un novio, un trabajo, 21 horas de clase a la semana y el compromiso con la playa al menos un día del fin de semana? Creo que por eso escogí un autor que no para de escribir y que tiene 10 libros sobre Puerto Rico, todos deliciosos y en cantitos... cantitos que me pellizcan la nariz cada vez que los leo y tengo que parar porque me dan tantas ganas de salir corriendo y meterme en el primer avión a San Juan para poder comerme eso que se está comiendo el cronista en La Casita Blanca y pisándolo con chichaíto.
Pues no tengo novio, no tengo playa, mi trabajo es mi tesis y tampoco tengo familia a la que atender... y qué me pasa, pues que me paso pensando en pajaritos preña'os y peces de colores y en bares de copas y café que abrir tan pronto termine este doctorado porque no quiero pensar más ... al menos no todos los días todo el día en el trabajo. Secretamente estoy esperando que al sentarme a escribir estas palabras se encienda algo en mi cerebro que se conecte con mis ganas de terminar esto y realmente lo consiga, necesito jumpearlo y no encuentro los cables... no más mañanas, no más procrastinar, no más facebook, no más historias... se acabó el pan de piquito. ¡Ya basta, necesito centrarme porque para esto es que he trabajado tanto etc etc! ¡Claro que sé todo esto!
Los libros te cambian la vida y muchas veces uno no se da ni cuenta. Yo que no paro, que me paso de arriba a abajo: que si hoy dando clase de siglo XIX hispanoamericano, mañana para Oxford, luego para Sevilla otra vez, ver a mis padres en Bogotá, no ir a Puerto Rico, pasar calor en Sevilla, que si congreso en Santander y conferencia en Oxford... no paro, como el carrito del gas. Y todo esto con una sonrisa en la boca porque no soy quien para quejarme de tanta dicha, sería vulgar. Pues mira, siempre y cuando mi trabajo sea lo más importante, cualquier cosa que lo pueda perjudicar es un obstáculo y a veces éstos están disfrazados de viajes encantadores y ojos verdes. Bueno y todo eso antes de empezar a preparar las vanguardias hispanoamericanas. ¡Toma ya! Pues sí, yo puedo pero más me vale ponerme ya.
Sé que este libro me va a cambiar la vida... a veces me pregunto si los escritores saben lo mucho que nos cambian la vida cuando ponen ese punto final al manuscrito y lo mandan a la imprenta. Será por eso que son tan vanidosos... o al menos así se describen algunos. No sé... pero creo que en parte tengo mi blog para ver cómo se siente que te lean aunque sean mis padres y amigos, estando tan lejos no me puedo permitir tanto silencio. Sip, tengo que escribir 3,000 palabras todos los días y aquí estoy tratando de llenar la cuota con esto. Hoy me atrevo a decir que los diez libros que más me gustan son de los que depende mi futuro, para que después un informático te diga que usar libros no sirve para nada.
He tomado la mesa del salón como rehén y me gusta trabajar por las mañanas en pijama y con el pelo algarete. Una vez me peino se me desorganizan las ideas. Hago canoas de maduro con picadillo para salpicar mi léxico y exprimo limonada para dejarla un poco ácida y así no empalagarme que si no me da más sed y con estos 40 centígrados no se puede uno arriesgar a que se le sequen las ideas. Me he auto castigado y no salgo ni a bailar salsa, sólo a misa los domingos y algunas mañanas a resolver la interminable burocracia que supone vivir en España, pero de 9 a 2 que aquí no abren por la tarde y menos en agosto. Y, aunque no lo parezca, todo lo hago pensando en la tesis y en mi sobrino que está por nacer y me encantaría conocerlo con la conciencia limpia y el título de Doctora.
Como soy creyente de que la palabra escrita cambia vidas lo dejo hoy escrito aquí:
Me comprometo a terminar esta tesis antes de que ella termine conmigo. Sí, confieso que estudio literatura y soy una experta en dejar libros a mitad, pero esto no. Lo acabo como lo empecé: sin saber a dónde me va a llevar pero con la ilusión de una niña pequeña que se quiere comer el mundo palabra por palabra.