sábado, 31 de mayo de 2008

Ya sé por qué me miras con esos ojos.


Alanis dice que debes saber…

Primero lo primero, para no romper con la cronología porque hay cola para mis palabras.

Había notado unos ojos tristes, pero no lo eran; de culpabilidad, pero tampoco; de pedir perdón, no; justificantes… menos. Siempre acompañados por una sonrisa apologética que me hacía preguntarme qué había sucedido tras de ellos, qué pensaban y qué habrían hecho para hablar así. ¡Ahora ya lo sé! ¡GOL!

Ya no son esos que me miraban antes inocentes, oh no, ya no. Tampoco dicen aypobredemí como pensaba torpemente, ni fingen prometer futuros que se quedaron en la sola imaginación. Son ojos de pez, puede que, algunos días, hasta de pescao. Ojos que lo único que saben hacer es engañar, omitir, sugerir; correrle la máquina a quien sea que los mira. Pero ya no. Ahora los miro sabiendo, entendiendo, conociendo la poca necesidad real y la mucha necesidad aparentada.

Se acabó el partido, GOL, ¿empataste? No… porque en este juego no hay ganadores a corto plazo. No, doce lunas no son suficientes para saber, hay que seguir esperando, ten paciencia. Aprende a tener paciencia.

En el silencio encontré la respuesta.

Ya sé por qué me miras con esos ojos.

martes, 27 de mayo de 2008

A tus días vacíos


Te quedaste sin una seña en mi calendario;

pasaste desapercibido de mis letras hasta ahora

que te escribo unas palabras para recordarme

de lo que pudiste haber sido,

de lo que pude haber sentido.


Acepto el haber sido egoísta, no sé hacer más.

Fui siempre con cautela buscando el fallo

Hasta que lo encontré, quizás en ti…

Quizás en mí.


¡Qué manía la mía de coger manías!

¡Qué afán el de rebuscar!

De apuntarlo todo, de observar.

De querer pensar primero

que dejar al corazón actuar.


Sin embargo creo que contigo fue diferente,

por racionalizar, precisamente.

Sé que te di el beneficio de la duda,

sé que no le di importancia a las tonterías

que a la postre cayeron una a una en su lugar.


Un lugar oscuro, cuadriculado, en el que te coloqué

para que no me molestaras cuando te dijera

que con las personas que caen en mi libreta de matemáticas

no puedo hablar de corazón.


Tú hablabas en cámara rápida,

yo lo veía todo en cámara lenta.

No podía dejarte esperando a que llegáramos a la vez

porque no íbamos al mismo lugar.


Cuando te sentías espontáneo,

yo te sentía artificial, prefabricado;

malamente ensamblado tu hablar.

Era incapaz de percibir la gracia…

¿realmente crees que tenía gracia?


… Entonces, al tiempo, miré mi calendario

lleno de anotaciones y vi tu tiempo vacío,

¿qué me dio para no escribirte?

Quizás no erré en dejarte…

Una foto vale más que mil palabras...