jueves, 5 de junio de 2008

Realmente no estoy tan sola...


Realmente no estoy tan sola… aquí se te extraña tanto… ¿quién está contigo? Si ni siquiera estás tú. Tú sigues aquí, sin ti, conmigo. Sólo tú que estás conmigo y no te fuiste contigo.

Me quedé con lo mejor de ti. El recuerdo está conmigo, es lo único que tus estupideces no me pueden quitar. Te llevaste el cuerpo con lo malo, lo bueno lo tengo aquí conmigo y te lo quiero dar porque me duele que no lo tengas. Me duele verte y que seas otro, me molesta que no puedas ser el que quise. Tendrá que ser otro. Se me tendrá que quitar la nostalgia, porque ni siquiera buscándote en lo más profundo del recuerdo revivido pude encontrar lo que ahora sólo vive en el pasado, sólo es reminiscencia.

Te conocí, pero ya no te conozco, no te soy útil, no te sirvo para nada. Me conoces, quizás todavía sabes descifrarme, pero no me sirves en el presente ni en el futuro. La terquedad no me deja desestimar el recuerdo y claudicar. Mi subconsciente no me deja porque te sueña.

Soñé que salías con dos a la vez y que llegaste a mi casa y en un momento dado te pregunté por qué no escogías a una de ellas y te hacías realmente feliz, que te esmeraras en hacerla feliz. Ante ese comentario me contestaste que si quisieras ser feliz con alguien lo serías conmigo. Me sentí, en sueños, molesta, triste y dolida por cómo tirabas la toalla. Por cómo dejabas que tu vida pasara sin buscar mejorar, sin querer plantarte y lograr tus propios sueños y ambiciones.

No te preocupes, se acabó la “condescendencia”, es inútil ser sincero con el perro del hortelano. Inútil esperar que actúes para tu bien porque no veo bien en ti y me temo, que aunque es también mi pedantería, el bien que vi en ti me lo quedé. Egoístamente te lo exprimí y te dejé desamparado, vacío.

Parece mentira que todavía tenga días como hoy, que haya canciones que me hagan sentir así, que hagan que me contradiga. Prefiero pensar que no dejo de ser fuerte por pensar estas cosas, por soñar contigo, por sentirme sola y por sentirme acompañada de tus recuerdos, por echar de menos tu cariño y por, a veces, pensar que estoy en un callejón sin salida. No dejo mi fortaleza nunca, con ella espero abrirme paso lejos de ti. Reconocer que no volverás a ser el mismo y que de ninguna manera podré reconocer en ti, ni el pasado, ni el presente, ni el futuro.

Un día sí, un día no… a veces estoy más acompañada… pero ya no son 8,000 los kilómetros que nos separan; son más: es gente, experiencias, anhelos, peleas, abrazos, playas, camas, amigos. Lo que me queda es escuchar la memoria cuando ciertas cosas la desatan, en este caso ha sido una canción.

No hay comentarios:

Una foto vale más que mil palabras...