viernes, 31 de diciembre de 2010

Dos-mil-diez-pojos


Aquí con las uñas recién pintadas de Cherries Jubilee, pelo set, escuchando el concierto de Navidad de Andrea Boccelli me siento finalmente a cerrar el año en el blog antes de salir a dar gracias en misa por cómo he conseguido sobrevivir una año fuera de mi isla y alejada de mis hermanos a quienes no puedo parar de pellizcar y molestar desde que llegué.
El 21 de este mes me monté en un avión que parecía la guagua aérea transatlántica que hacía parada en Santo Domingo y su destino final, y el mío, era San Juan de Puerto Rico. Allí escribí a puño y letra lo que transcribiré ahora. Habría querido redactarlo directamente en la computadora pero fue imposible porque la dejé… quiero pensar que ella me dejó a mí allí en Sevilla, donde los guardias que miran que no haya ninguna bomba, líquido o perfume que les gustaría regalar en navidad entre nuestros motetes de viajeros incansables. Allí cogí mis botas, me las puse, cogí mi bulto y seguí andando. Allí se quedó con ellos y yo que no me di cuenta hasta que un angelito me despertó en medio de la meseta madrileña esperando a aterrizar para hacer mi escala hacia San Juan. Pensé que la había metido en el bulto automáticamente pero no. Caminando por la T4 hasta el último confín de Barajas movilicé a todo el mundo y conseguí localizarla en objetos perdidos del Aeropuerto de Sevilla. Definitivamente la esperanza es lo último que se pierde, como me dijo Giulia, y decidí que el año, aunque duro, me demostraba que todo pasa por una razón y por ello he tenido que esperar a que mis hermanos me dejaran usar la computadora de casa para escribir esto. Lo bueno, estoy de vacaciones de la computadora que llevo de apéndice desde enero que llegue a Sevilla para rematar mi tesis y se me ha ido infectando poco a poco entre viajes a Oxford y Bogotá hasta que ella misma se extirpó de mis navidades y me dejó en paz hasta que vuelva a Sevilla para las últimas horas del parto doctoral.
*** desde algún punto del Atlántico camino a casa ***
ENERO empezó con el prospecto de una relación sevillana y la idea de vivir en Europa por amor y profesión –o viceversa-. Cálido entró el año desde Puerto Rico, aunque el 12 de enero llegué a Madrid y el calor se fue; aterricé en Sevilla y el frío llegó al amor también. Afanes de independencia y la incompatibilidad de caracteres… probablemente por mi culpa… la cosa no avanzó y me encontré en una isla otra vez. Mi hermano Reinaldo estaba a mi lado y gracias a él la isla se hizo llevadera. Viajes fraternales me llevaron a Granada y luego más visita boricua a finales de FEBRERO rejuvenecieron una Sevilla mojada. Junto a Tania y las nenas recibí la noticia de que iría a Oxford por tres meses de estancia de investigación.
Llovía en Sevilla que no paraba hasta que entró MARZO. ABRIL, aguas mil y una Semana Santa recogida y familiar por la parte más manchega de Andalucía: Úbeda. Esos tres meses fueron un barco que atravesó la tormenta de desolación amorosa, de licencias y prohibiciones que desembocaron en una feria que serenó el corazón enamora’o a la antigua, como en la high, de un amigo que baila, escucha buena música y, por supuesto, es más alto que yo. Eso quedó en lo que era: amistad de la de verdad. Pero ya iba atreviéndome a querer… fue como un ensayo.
Amistades: unas se acercan y otras se alejaron… pero amistades al fin. El 2 de MAYO embarqué a Reino Unido creyéndome europea. No, pero no está en el espacio Schengen (menos mal que no estaría más de tres meses y que iría a Sevilla en varias ocasiones… a parte, el pasaporte azul nos abre casi todas las puertas… repito, casi). Allí me sentí más Caribe que nunca. Hacía el frío, en MAYO, que hace en Sevilla en ENERO. Así, por fin, aprendí a vestirme de invierno de una vez por todas. Me tomó 5 inviernos tiritando y 15 libras para amortiguar. MAYO, JUNIO Y JULIO supusieron el desarraigo desde el desarraigo. Llevaba años con un pie en el Atlántico/Caribe de Puerto Rico y otro en el Guadalquivir Sevillano. Finalmente sucedió que hice la maleta en mi piso para irme a un lugar al que me tomaba sólo 3 horas de avión llegar. Tuve que hablar inglés 24 horas al día y qué duro fue, mucho más de lo que pensaba. Estudiaba en bibliotecas hermosas donde se leía de verdad y el tiempo daba para trabajar hasta las 7 que me iba con amigos a beberme la cena (recuerden, 15 libras). Allí, la primera semana, encontré a Sophie… de nombre hermoso y español de España heredado por vía materna como todas las lenguas. Francesa, amante del queso, el chocolate, Sex and the City, los libros del Siglo de Oro y de los que son de siglos más prosaicos. Con ella hablaba español del que aprendí en la Península; ese que llevo hablando 5 años. Gracias a ella fui la única que no hablaba francés entre amigos y nunca me sentí left-out; es más, descubrí que me gusta y que el Caribe necesita que yo lo aprenda. Con ella vi el mundial mientras comíamos nuestra versión de frutas: cualquier dulce de sabor a fruta i.e. Skittles. Por ella fui al Reading Group del Siglo de Oro y viví las mejores experiencias Oxonianas. Leer a Góngora detrás del Duke Humphries en el patio de Exeter College donde estudió Tolkien. Hablábamos en inglés sobre las realidades españolas y conocí a Ismael. Qué sorpresa enterarme que es un Black Friar, monje dominico que me dio mucha fuerza en medio de tanto terremoto académico. Recuerdo con mucho afán nuestras conversaciones, en español por supuesto, sobre Sevilla, lo divino y lo humano. Gracias a él vi que los hombres de Dios son tan humanos como lo fue Jesús; tan humanos y tan cerca de Dios. Las misas en el convento y monjes cantando le dieron variedad lingüística a mi vida espiritual. Jamás podré rezar en otro idioma que no sea el español. Entre esas misas y las del Oratorio –el mismo al que iba Tolkien- que eran en latín, no hubo pausa en mi corazón para con Dios.
El verano me llevó un par de veces a Sevilla, papeleo y mi cumpleaños me devolvieron a mi gente. Claro que me costó irme de Oxford, pero una vez puse pie en el calor asfixiante de Sevilla supe que había tomado la decisión correcta: Bailaría Salsa por mi cumple con gente que entendiera las letras. Uff, la salsa, mi refugio por excelencia. En Sevilla primero, luego en Oxford fue la forma de curarme del frío. El primer sábado que fui a bailar conocí a Emma, otra francesa de amistad verdadera y duradera. Me sacaba a pasear y siempre con salsa como telón de fondo. A esas amistades francesas hay que añadirle a Ouday, mi compañero de piso en la casa de la Señora Elphick… la de ella es otra historia para otro día. Ouday se convirtió en mi hermanito pequeño: Geeky, de padres de la India y nacido en Francia… sí, vivía con la versión funcional de Raj, el de Big Bang Theory.
Mi cumpleaños fue mítico, comenzando por el prospecto de España ganara el mundial de fútbol –y así fue-, hasta la salsa que bailamos. De haber visto los partidos en Oxford rodeada de ingleses, alemanes, portugueses, suizos, griegos… España llegó a la final y ganó… yo estaba en Sevilla en medio de la celebración; paréntesis inolvidable en mi verano en Inglaterra.
Poco antes, en JUNIO, fui a Bogotá en otra escapada a casar a una gran amiga y compañera en lides doctorales: Mayte. Vivimos amores y desamores juntas en Sevilla desde el primer año de mi doctorado en Literatura y el de ella en Derecho Internacional. La cara de felicidad que tenía el día de su boda fue inolvidable y me hizo volver a creer en el amor de verdad; en el que da igual dónde uno esté. Si Sevilla y Bogotá no fueron un impedimento para ellos, para mí tampoco lo serían. Aún faltaron meses… pero no lo serían. Por ello intenté querer en inglés, con un americano primero y desde el momento en que pensé que era el hombre perfecto lo salé. Sin embargo, me sirvió de escuela para la sensatez que me estaba faltando. Me enseñó que yo era Date-Material y que no debía conformarme con nada menos de lo que yo me merecía. Luego, con un inglés que resulto interesante aunque indescifrable... para complicada yo… y creo que con los años me he ido simplificando a pasos agigantados. Volviendo a Bogotá, en ese viaje conocí el continente hispanoamericano por primera vez –con perdón de Brasil-. ¡Eso sí que es una megalópolis! ¡Siempre aprendiendo para tesis! Boda, baile y ver a mis padres en Colombia me recargaron las baterías a la vuelta de Oxford. Parón necesario en lo que pintaba ser un verano sin playas y sin Puerto Rico… sin verano.
Oxford se acabó después de mucho estudiar, bailar salsa, punting, y conocer a la versión dominicana de mí misma: Sarah. Amante de la literatura, la música, la comida y tan lejos del Caribe como yo. Ambas con ambición grandilocuente y nostálgico ímpetu de ayudar al Caribe. Un 5 de JULIO nos reconocimos para nunca acabar.
AGOSTO fue un desierto. En casa con amigos a la hora de comer y libros el resto del tiempo mientras afuera quemaban los 50 centígrados. Se me secaron los pensamientos distraídos por lo que pasaba al otro lado de los charcos, con mi corazón ahora entre Puerto Rico, Sevilla y Oxford. Con gente en todos los lugares a los que voy dejando trocitos de mí. Sinceramente no sé si pueda seguir repartiéndome. SEPTIEMBRE empezó con un final inglés y un comienzo hispanoamericano. Preparando la clase del semestre, la tesis y dos congresos sobre independencia (o su ausencia en el caso de Puerto Rico) y sobre el Caribe en Oxford donde regresaría a trabajar por 10 días. Llevé a mí Rodríguez Juliá a la Pérfida Albión donde nadie concibe el Caribe en español. Mi vuelta fue impactante; la ciudad idéntica y la gente también, otra vez yo cambiada… reafirmada en lo que quiero y así alcé la bandera Caribe. Nadé las lluvias Oxonianas con Sarah y un par de jamaicanas espléndidas. No pude ver a Amaranta… aquella gótica madrileña que trabaja la Celestina a quien quise besar cuando me dijo su nombre meses atrás en la biblioteca Taylorian de la Facultad de Lenguas Modernas de la Universidad de Oxford y con quien fui a ver Rocky Horror Show, pestañas postizas incluidas. Pude ver a Emma y a Sergio en la salsa para ayudar a calentar la sangre, una en francés y otro, maño. Así se cerró el capítulo Inglés, me despedí de la ciudad de C.S. Lewis y los Hobbits y de todos los Geeks que me hacían sentir como en casa. Ellos no podían creer que gente como Sophie y yo fuéramos ventanas a un mundo que la Universidad Oxoniana se había tragado. Éramos tan nenes como ellos y así de descomplicadas.
Así me despedí de las esquinas en las que creí haber encontrado al hombre perfecto… aquel que me devolvió a Sinatra y le dio sentido verdadero a los remakes de Bublé, pues qué es el amor si no rehacer la historia una y otra vez, cada quien con su timbre particular. Jamás pensé que todo esto llevara a construir lo que otro se encontró en un blog, este blog, y se atreviera a tirarse a la piscina… esta vez él y no yo… y encontrar agua al otro lado de un BlackBerry, a través de 140 caracteres.
De vuelta y de lleno en Sevilla, las clases sobre vanguardias hispanoamericanas consumieron todo mi tiempo; Huidobro, Vallejo, Neruda, Palés… y pidiéndole por favor a los estudiantes que leyeran, llegué a un DICIEMBRE Caribeño de jornadas literarias de las que aún me estoy recuperando y la tesis lenta en el trasfondo constante de mis pensamientos. Para la semana caribeña que organicé con mi jefa vino Sarah a quedarse en casa. La alegría de tener una casa llena por dos semanas. Sophie que vino a pasar la Inmaculada y ver llover en Sevilla. Sarah que trajo con-con de leche y pasó más frío con sol que en Inglaterra. Amigas en Sevilla y a lo lejos amigas en Puerto Rico que ya me hacían demasiada falta… contaba los días para llegar a mi casa y respirar aire que huele a cerrado y humedad digna de un barco pirata.
Pensiero alegre y enamora’o, pues a fines de OCTUBRE, cuando me preparaba para salir a Madrid/Salamanca a visitar a Sophie en sus andanzas universitarias salmantinas y a ver a Michael Bublé por recomendación de Edmaris, un caballero se atrevió a preguntarme sobre mí, mi blog, mi vida y mi corazón. No tomó mucho –sólo muchas horas por skype- para que el 30 de NOVIEMBRE viéramos que nuestra búsqueda había terminado al encontrarnos. Hoy –desde el avión- 21 de diciembre voy rumbo a Puerto Rico en un Airbus 340 de Iberia para verlo en 3D por primera vez mañana 22 y el resto será historia –y es historia, de las de verdad- esa historia que espero reescribir de una vez por todas.
A todo esto, en Puerto Rico la universidad de Puerto Rico sufrió 60 días de huelga, y sufre actualmente una hemorragia de sentido común y ataques de mala fe gubernamentales. Mi hermano me confesó a principios de MARZO que se sería papá en NOVIEMBRE y nos haría tíos a los 8. En OCTUBRE 15 me hice tía de un Gilberto Daniel Torres Rodríguez que era más nombre que cuerpecito hermoso y no lo pude conocer hasta ahora. Mis padres se hicieron abuelos y no pude estar, y mi abuelos, bisabuelos. De mis hermanos, el más pequeño de los varones: Ricardo, sufrió con gravedad los growing pains y 24 tornillos en 12 vértebras que le han hecho más alto, más esbelto y más hombre a los 14 años. Todo esto y más… y yo al otro lado del Atlántico jugando a hacer doctorados. Ahora, incluyendo amores, se me hace muy difícil considerar vivir tan lejos de ellos. No me quiero perder cómo crecen las nenas, darles consejo en persona, estar con mis primos y crecer con mis amigos. Estos 10 días que han pasado desde que aterricé en el SJU han sido prueba contundente de que no me puedo ir indefinidamente de la isla… la voz ronca de tanta fiesta, cantar y amigos es la evidencia de que aquí tengo un sitio siempre, una familia que nunca falla y amigos irremplazables a los que no puedo desatender… esos amigos que tanto extrañé todo este año, así… dolorosamente… y que por ellos dolorosamente dejaré -y me costará- la familia que me he creado en Sevilla.
Hoy vuelvo más Caribeña que nunca, con C mayúscula, al Caribe que no me bañaba desde hace un año. Más Sevillana que siempre y más enamorada que…

martes, 24 de agosto de 2010

De libros y sus puntos finales


Who said a book can't change your life?

Trabajo con libros, los toco todos los días, son mi arroz con habichuelas. Si, soy Old School pero alguien tenía que hacerlo. Me encanta cómo huelen los libros nuevos, recién publicados y sacados calientitos de la imprenta. Hoy por hoy cambian mi vida todos los días, la construyen. Mientras tanto, intento escribir el mío propio. No, no estoy siendo cursi porque vivir la vida es como escribir un libro, NO. Intento escribir mi tesis doctoral y me faltan palabras. No tengo concentración y por las mañanas creo que me como el mundo y diez páginas son una tontería, y a las doce de la media noche me encuentro con que esas diez páginas que tengo escritas en mi cabeza han podido conmigo y un día más ha pasado y no lo he conseguido. No es la primera vez que me pasa... siempre trabajo mejor bajo presión y consigo llegar al deadline. La diferencia es que esta vez es la primera que tengo miedo de no dar la talla, de no terminar y de decepcionarme, a mí misma, pero lo que es peor, a todos los que han apostado por mí. Ea, ahí lo llevan... lo he dicho... tengo miedo.

Sé que este es el libro que cambiará mi vida para siempre. Más que nada será el comienzo y el final, mi Alef... esa letra primigenia... ese cruce histórico. No lo publicará nadie, lo mandaré a imprimir yo de mi bolsillo, si lo termino: una copia para la universidad y otra para mi departamento. Encuadernado de lo mas mono e impreso en papel acid free... queremos que dure mucho ahí entre tantas tesis que representan los sueños de tantos estudiantes, becarios e investigadores jóvenes que se metieron en esto sin saber bien hacia dónde se estaban embarcando. Para ser sincera, todavía no sé para dónde voy y todos los días pienso de dónde vengo, para que no se me olvide cómo Puerto Rico huele a cerrado tan pronto sales de las sliding doors del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, sí ese mismo... del que me paso escribiendo en mi tesis... sip... todo el segundo capítulo y más. Trabajo sobre mi isla, la escribo, la describo, la codifico y hago croquis para que estos europeos la entiendan... para que entiendan qué significa mofongo y salmorejo de jueyes... No, no salmorejo cordobés... salmorejo de jueyes.... sí buey de mar... sí se cocina.... sí viene de salmuera... que es caliente. No, ni siquiera voy a intentar los cuchifritos.

Un amigo me dijo que me pasaba como a él, que me paralizaba yo misma. "You are just self-paralizing your work by wanting to do everything a the same time" y pienso, pero es que no tengo tiempo. Pero luego miro hacia atrás y veo que cuando sí tenía el tiempo era igual. Empezaba una cosa y al rato ya estaba buscando información sobre otra que estaba levemente relacionada a la anterior. Al final me quedan retazos de bibliografía pellizcados por una mente dispersa y que en vez de escribir lo que tiene que hacer en un to do list, no puede evitar querer abarcarlo todo. Obviamente al final no aprieto nada. ¿Será por eso que no funcionaba si no tenía un novio, un trabajo, 21 horas de clase a la semana y el compromiso con la playa al menos un día del fin de semana? Creo que por eso escogí un autor que no para de escribir y que tiene 10 libros sobre Puerto Rico, todos deliciosos y en cantitos... cantitos que me pellizcan la nariz cada vez que los leo y tengo que parar porque me dan tantas ganas de salir corriendo y meterme en el primer avión a San Juan para poder comerme eso que se está comiendo el cronista en La Casita Blanca y pisándolo con chichaíto.

Pues no tengo novio, no tengo playa, mi trabajo es mi tesis y tampoco tengo familia a la que atender... y qué me pasa, pues que me paso pensando en pajaritos preña'os y peces de colores y en bares de copas y café que abrir tan pronto termine este doctorado porque no quiero pensar más ... al menos no todos los días todo el día en el trabajo. Secretamente estoy esperando que al sentarme a escribir estas palabras se encienda algo en mi cerebro que se conecte con mis ganas de terminar esto y realmente lo consiga, necesito jumpearlo y no encuentro los cables... no más mañanas, no más procrastinar, no más facebook, no más historias... se acabó el pan de piquito. ¡Ya basta, necesito centrarme porque para esto es que he trabajado tanto etc etc! ¡Claro que sé todo esto!

Los libros te cambian la vida y muchas veces uno no se da ni cuenta. Yo que no paro, que me paso de arriba a abajo: que si hoy dando clase de siglo XIX hispanoamericano, mañana para Oxford, luego para Sevilla otra vez, ver a mis padres en Bogotá, no ir a Puerto Rico, pasar calor en Sevilla, que si congreso en Santander y conferencia en Oxford... no paro, como el carrito del gas. Y todo esto con una sonrisa en la boca porque no soy quien para quejarme de tanta dicha, sería vulgar. Pues mira, siempre y cuando mi trabajo sea lo más importante, cualquier cosa que lo pueda perjudicar es un obstáculo y a veces éstos están disfrazados de viajes encantadores y ojos verdes. Bueno y todo eso antes de empezar a preparar las vanguardias hispanoamericanas. ¡Toma ya! Pues sí, yo puedo pero más me vale ponerme ya.

Sé que este libro me va a cambiar la vida... a veces me pregunto si los escritores saben lo mucho que nos cambian la vida cuando ponen ese punto final al manuscrito y lo mandan a la imprenta. Será por eso que son tan vanidosos... o al menos así se describen algunos. No sé... pero creo que en parte tengo mi blog para ver cómo se siente que te lean aunque sean mis padres y amigos, estando tan lejos no me puedo permitir tanto silencio. Sip, tengo que escribir 3,000 palabras todos los días y aquí estoy tratando de llenar la cuota con esto. Hoy me atrevo a decir que los diez libros que más me gustan son de los que depende mi futuro, para que después un informático te diga que usar libros no sirve para nada.

He tomado la mesa del salón como rehén y me gusta trabajar por las mañanas en pijama y con el pelo algarete. Una vez me peino se me desorganizan las ideas. Hago canoas de maduro con picadillo para salpicar mi léxico y exprimo limonada para dejarla un poco ácida y así no empalagarme que si no me da más sed y con estos 40 centígrados no se puede uno arriesgar a que se le sequen las ideas. Me he auto castigado y no salgo ni a bailar salsa, sólo a misa los domingos y algunas mañanas a resolver la interminable burocracia que supone vivir en España, pero de 9 a 2 que aquí no abren por la tarde y menos en agosto. Y, aunque no lo parezca, todo lo hago pensando en la tesis y en mi sobrino que está por nacer y me encantaría conocerlo con la conciencia limpia y el título de Doctora.

Como soy creyente de que la palabra escrita cambia vidas lo dejo hoy escrito aquí:

Me comprometo a terminar esta tesis antes de que ella termine conmigo. Sí, confieso que estudio literatura y soy una experta en dejar libros a mitad, pero esto no. Lo acabo como lo empecé: sin saber a dónde me va a llevar pero con la ilusión de una niña pequeña que se quiere comer el mundo palabra por palabra.

martes, 6 de julio de 2010

Their Way - A su manera




Este fin de semana descubrí que Sinatra y Shakespeare son una gran combinación; tan buena en el escenario como peligrosa para un corazón en mal estado. Un actor vestido con zapatos two tone y sombreros a lo Truman Capote cantaba Stardust antes de empezar Twelfth Night -ya no hacen a los juglares de esa manera. Hay muchas cosas que ya no se hacen como se hacían en los tiempos de Frank o William.- Fue un fin de semana de cinco días... de cinco porque desde el jueves hasta el lunes pensé en lo mismo, en el mismo. Trabajando se me apretaba el pecho y me daba miedo cerrar los ojos y revivir aquel penúltimo instante, siempre el penúltimo como la cerveza. Así el viernes, el sábado, el domingo y el lunes. No fue hasta que, hablando de Borges, encontré el final de la espiral, el punto de origen y destino. Descubrí, mejor dicho, me descubrieron, que las matemáticas y la literatura son más compatibles que el agua y el aceite -sólo hay que encontrar el contenedor correcto para mezclarlas: Ficciones.

De paso, descubrí que el inglés es mi lengua franca y que, a veces, lo puedo usar para rezar. Descubrí que el mundo es pequeño pero a la vez infinito si no hay voluntad. Coincidí en la fiesta de la independencia del gran coloso del norte en misa con un Yankee que hacía 11 años no venía a Oxford y que, por "casualidad", me dio una homilía personalizada -just for you-. Hablaba de que la cruz es nuestro hogar y que con él cargamos donde sea que estemos... menos mal. Sonreía mientras a mí me bajaban las lágrimas escuchándolo decir que las cosas tienen una manera natural de suceder y que no hay que forzarlas. Comentaba sinceramente, mientras yo sucumbía a su acento americano, que todo cae por su propio peso y cada vez más cerca. Gracias a él y a una colega caribeña encontrada tardíamente, descubrí que -frente a los que habitan la pérfida Albión- soy verticalmente Americana... de los dos continentes, su istmo y todas sus islas.

Sigo descubriendo que me encantaría escribir y expresarme en inglés como hago en español porque no quiero que algunos -uno, ese, él- se pierdan de lo que me inspiran. Para mi sorpresa, había subestimado la barrera idiomática que supone vivir y estudiar en un país angloparlante porque me consideraba bilingüe -no es que no lo sea, pero me cuesta-. En cambio, descubrí que puedo empezar a querer en inglés; para mi desgracia puedo querer querer en la lengua de Keats. Descubrí... y todo en un día, que puedo tener paciencia si estoy con la persona correcta y que esa persona existe en una o más de una manifestación ya no hipotética. Tuve entre mis manos y bailé con lo que hasta el momento había sido una esperanza. Me besaron con ganas y presente, como sólo suceden las cosas... en el presente.

Descubrí que no soy la única que escucha y piensa. Me atreví a decir en voz alta que estoy cansada de pretender que no me importa y cansada de estudiar, porque para estudiar no me puede importar tanto. Descubrí que soy cada vez más "nene", que cada vez me gusta más el fútbol, la cerveza, la bachata y guíar estándar. Que la salsa tiene mi misma edad mientras que para otra gente tiene sólo los años que llevan bailándola. Descubrí que me da nostalgia escuchar el acento puertorriqueño, porque ya ni me lo oigo a mí misma y que el acento dominicano me hace cosquillas en el paladar, justo debajo de la nariz.

Descubrí que el viejo mundo y yo no congeniamos bien aunque lo adore. Que los jóvenes que estoy buscando tienen que venir de tierras inmaduras porque sólo en ellas se puede tener la elegancia y galantería de un caballero fiel. Que hay de todo en todos lados y, por eso, el mundo tiene las barreras que yo le ponga. Descubrí que mi inteligencia es igual de atractiva que mis ojos y no tengo que tener miedo de decirlo. Descubrí en estas frías tierras que no voy contra la corriente porque conmigo van muchos otros. Desafortunadamente, aprendí que mis males aquejan a todo el mundo por igual, tengan 25 o 52 años.

Descubrí que las canciones de reguetón me dan la misma nostalgia que una salsa y que hay un merengue reguetoneao que parece que lo escribieron para mí. Probé a ver cuánto duraba el sabor de la perfección y aún estoy contando los días porque no lo consigo borrar. Descubro todos los días esquinas de esta ciudad milenaria en las que me da trabajo respirar y me tengo que agarrar el pecho para que el corazón no se me salga por los ojos. Descubrí que somos animales de costumbres y que según podamos ir captándolas nos hacemos cada vez más transparentes.

Me preguntaba que, si Borges se leyó el Quijote primero en inglés, el hecho de que escribiera en español fue un acto de voluntad y no una obligación "porquenolequedómásremedio". Por eso, quizás, su literatura es tan traducible, me comentaban ayer y yo impresionada porque un matemático esquematizaba sobre el escenario los planos de la Biblioteca de Babel con una mirada que bordaba en la locura muy similar a la que debo tener yo cuando hablo de Cortijo, la música y Puerto Rico. Entonces pienso: si estoy en el precipicio de una época en mi vida y no sé a dónde me voy cayendo ¿qué pasa si solamente estoy segura de que lo que quiero es tirarme, a donde sea pero de cabeza? ¿Será que esto es lo que da cuando una está por acabar el cuarto de siglo y emprender hacia el siguiente?

Entonces descubrí que las coincidencias no existen porque Shakespeare y Cervantes murieron el mismo día; no podía ser de ninguna otra manera, aunque las ciencias forenses modernas quieran desmentir este hecho. El mundo tiene una forma curiosa de agrupar las cosas, como decía el padre Joel el domingo: si nos mandan de dos en dos a predicar es porque necesitamos amistad y compañía -la palabra que usó fue companionship, y yo que me bebía las lágrimas-. Así descubrí que traducir al inglés es difícil pero quiero hacerlo. Que soy purista con las canciones que más me importan y que "My way" y "A mi manera" son canciones diferentes. Porque Frank Sinatra y Vicente Fernández no hablan el mismo idioma aunque son caballeros ejemplares: uno con sus zapatos de charol y su frac dril quinientos y otro con su sombrero y su bigote... pero ambos nos llegan al corazón a su manera.

jueves, 1 de julio de 2010

Calafia, Reina de las Amazonas


Un buen amigo, gran conocedor de las mujeres y del Caribe, vive deslumbrado y cuestionándose constantemente cómo "una Amazona Caribe sacada de una novela de García Márquez" como yo puede estar soltera. Cada vez que me lo dice no puedo si no sonreír y evitar sonrojarme demasiado. Pues, lejos de donde me sitúa ese comentario me encuentro yo y desde mi lugar en la Tierra trato de mirar hacia ese pedestal en el que la raza masculina tiende a treparme.

Bajo ningún concepto me considero merecedora de tal piropo por encima de cualquiera de mis amigas... las de verdad; casi todas caribeñas -las que no, están cortadas con la misma tijera mojada en aguas tropicales-. Me atrevería incluso a decir que no estoy por encima de ninguna de las mujeres de mi familia... quizás ahí es que reside el problema. Como en Macondo, me he rodeado y desarrollado al rededor de mujeres amazónicas y hombres orgullosos de sus compañeras, hijas, hermanas, madres... amigas. Ninguna de las relaciones interpersonales entre éstos ha sobrevivido sin respeto, amor, igualdad y muchas muchas ganas de seguir adelante. Los que se han quedado rezagados no lo entienden y lo despachan como si desecharan un libro de cuentos fantásticos o surrealistas. No saben, como algunos de mis estudiantes, que Macondo existe y es tan real como las mariposas amarillas que persiguieron a Mauricio Babilonia por toda la eternidad. Igual de tangibles que las flores amarillas que caen de los árboles en primavera y alfombran el suelo del patio de la escuela igual que cubrieron a Macondo al amanecer del primer día después de la muerte de José Arcadio Buendía.

Somos mujeres que, como Úrsula Iguarán, no nos paramos a pensar en la alquimia oculta de las cosas porque siempre hay algo más urgente, un niño a quien querer, un trabajo que entregar, un poema que escribir, un informe que redactar, un jefe que atender, una cuenta que saldar, un papel que llevar, un archivo que organizar, un armario que recoger, un cóctel que mezclar, un buen vino que saborear, un beso que dar, un abrazo que recibir, una comida que preparar, un hermano al que buscar, un viaje que planificar, una carrera que terminar, un periódico que leer, una familia que criar, una fiebre que bajar, un fuego que apagar... "Echadas pa'lante" dirían en Sevilla.

Somos conscientes de nuestra estirpe antes de tenerla, tanto que la podemos imaginar. Pasándole por encima a las feministas y a los power suits pongo la maternidad al mando. La encumbro como un regalo que decidimos o no abrir, que nos ayuda a ser un poco más cuidadosas -pero sólo un poco- y que a lo mucho nos da un sentido auditivo un poco más agudo. Regalo que queremos con el mismo miedo ancestral que le tenía Úrsula a críar iguanas y que nos hace enfrentarnos a la muerte con los pantalones bien puestos.

Vengo de una fuerte línea matriarcal, de mujeres longevas y bailadoras que no saben parir menos de cuatro hijos; porque donde comen 11 comen 15 y la comida nunca falta, pero tampoco sobra. Mujeres que han sabido escoger a sus iguales y luego han podido mantenerlos entretenidos mientras arreglan el mundo cría a cría, diente a diente, estudiante a estudiante, cheque a cheque. Administrando amor y cariño en dosis sin medida pero con mesura. Malcríando a los nietos y dándole el ejemplo a sus hijos de que la vida se gana día tras día, minuto a minuto, pasando del mal trago al peor y esperando que cuando llegue el bueno sepamos reconocerlo y disfrutarlo. He crecido en medio de una familia con fuerte tesón sobrenatural y con mucha vida espiritual que ha servido de combustible para movilizar y potenciar el desarrollo de una descendencia saludable y eminentemente humana... aunque haya veces que creo ver alguna que otra momentánea cola de reptil.

Fui niña cuando tuve que serlo, mujercita justo a tiempo y ya no queda duda de que me toca ser mujer. Mujer que quiere ser mujer, ni más ni menos: hija de mi padre y de mi madre y de Dios. El que no lo pueda tolerar que para acá no mire, pero se tendrá que poner unas gríngolas enormes porque me consta que no estoy sola. Como yo hay muchas, grandes y pequeñas, de todos los colores pero con una cosa en común: se nos hace bien difícil aparentar ser indefensas. No necesitamos a alguien que nos salve, aunque de vez en cuando nos entre la pereza. Tampoco que nos pongan en un altar y desde abajo nos adoren; me dan calor las luces del proscenio y allí abajo nos entendemos mejor. Mucho menos que nos metan en una isla mítica en la que sólo hay mujeres "inalcanzables" y ariscas, aunque, si es por el correcto, me iría donde fuera por amor. No quiero tener que trabajar también en casa, en la casa se vive y las cosas se hacen sin esfuerzo porque la recompensa llega todos los días, no sólo los días 15. Yo cocino si tu friegas... no te preocupes, cuando cocines tú friego yo. Quiero que me escuchen y se acuerden, porque cuando escucho, memorizo. Y sí, quiero que todas las canciones de Frank Sinatra nos apliquen en un momento u otro porque soy consciente de que la vida es una montaña rusa, pero como cualquier atracción, la mejor es en la que te quieres seguir montando... una y otra vez. Me encantaría hacer competiciones de quién bebe más cerveza y luego quitarnos la resaca con pizza fría en las mañanas, que me lleven en citas sorpresa y me pidan que me ponga un traje hermoso y encontrarnos frente al bar. Lo quiero todo en su momento y nada por adelantado. Y sí, me atrevo a esperar. Por primera vez en mi vida me atrevo porque sé que existe porque los conozco y me conocen, porque son mi padre, mi abuelo, mis tíos, mis hermanos y mis amigos... alguno será para mí.

Quiero encontrar o que me encuentre ese Galán de novela de Caballería que pueda con mi trote, pero que me lo pongan sugar-free. Es que, con el tiempo, me voy haciendo intolerante a las mieles que recubren a las iguanas que se disfrazan de hombres libres y me distraen con diamantes... no se preocupen que ya me los compro yo.

miércoles, 2 de junio de 2010

¡SAL!

¿Quién dice que uno no tiene poder sobre sus sueños?
¡SAL!
...Porque yo quiero que te salgas ...


Otra vez enredada en telarañas
que tejo de hastío, tengo que pelear
con no se qué porque ahí estás.
Pues sé que pululas tan profundo en mí
que hasta Morfeo sabe de tu existencia.

No me apetece tenerte tan claro
en mi pensar, mucho menos
tener que convencerme
de que fue todo solamente
un capricho subconsciente de mí misma.

Sal. Hazte desvanecer de mis quimeras,
tanto que igual si sales te tengo fuera.
¿Pero quién me dijo que lo quería fuera?
Fuera de mi vista... si no te veo.
¿Lejos de mí? Si no estoy.

Sal y hazte.
Hazte la sal con que condimentas mis sueños
insistentes, caribes y jugosos.
Échatela y vuélvete a mí.
Sé tú la sal y yo, fermento.

Salseando la reina avanza
y la molienda culmina en danza.
¡Sal y que no te coja culipandeando que por mí
quema la antilla su sangre ñáñiga!
Ya nada de Melao Melamba
pues mi Antilla lleva sal y playa.

Sal de los castillos de arena.
Edifícate ante mí antes que otros.
Salte de la fila de dobles caras
donde la cebada mira y calla,
pero sólo uno otorga y cede.

Saleroso sin salsa que te suba
y yo masa con masa, sintiendo
ritmos... sudo que sangro.
Escribo ritmos, sufro que sangro.
Afinco el golpe y aprieto el paso.

martes, 30 de marzo de 2010

El nombre del mosquito.


Si por casualidad duermes y sueñas que te acaricia la brisa y sientes que el rocío mañanero besa tiernamente tu mejilla y el aroma del café te hace cosquillas seguro sueñas que estás en Puerto Rico.
Estoy acostada y me salta el corazón... pienso una frase y digo, esta es buena, debería pararme a escribirla, pero tengo mucho... sueño... y me desvanezco en la almohada. Me salta otra vez... sí, sí...como diciéndome que me acuerde de escribir sobre los brinquitos que me causa pensar en..
Tengo la frase perfecta en la cabeza y me digo que tengo que hacer todo por recordarla tal cual para escribirla al día siguiente pero, en el fondo, sé que no me voy a acordar del todo y me saldrá algo más o menos fiel al sentimiento. ¡Qué problema, no me acuerdo! Siempre me pasa... pienso que esta vez sí me acordaré y que me saldré con la mía... ¡qué escurridiza es la pereza!

Ajá, volviendo al tema... tucu tucu, me aprieta el pecho así como se afina el cuero de una conga; así, así cruzado. Girando el tambor para que no se estire una parte más que la otra.

Tucu-tú, sí tú. Túuuu, no te hagas el estrecho... no te vayas.

¡Ay como me suena! Respiro hondo y abro los ojos porque cuando me sobrecogen las emociones no puedo evitar llorar si me estoy mirando. Cuando bailo un bolerazo tengo que cerrar los ojos porque me sobran los sentidos. En cambio, si me dejo llevar en la oscuridad del pensamiento por mis neurastenias, necesito un sentido más. Abro los ojos buscando una conexión con la realidad, anclar mi mente borracha para que no gire y evitar el mareo. Es que llorar durmiendo es síntoma ineludible de que estoy soñando con Puerto Rico o quizás con un tiempo futuro que, como no abra los ojos a la oscura realidad de mi cuarto, me lo empiezo a creer presente. Sí, tengo que mantener el control hasta en mi propia cama antes de dormir, ya no tengo edad para acostarme llorando ¿o sí?

A ver si me acuerdo de la frase... Si te aprieta el pecho... si muerdes tus labios... si estás intranquila... ya no hay que dudarlo... Estás ena.... ¡Para, para, páramelo ahí! ¿Yo? Nah... yo no tengo de eso. ¿O sí?... ¡anda ya!... ¡si son caprichos míos na'más! Si yo no necesito abrazar a nadie pa sentirme segura. But when he hugs me I feel safe -giggles- ¡JA! Ya quisiera yo. Venga ya, no me acuerdo. Todo lo que pienso me suena cursi, igual era muy cursi y entre el vilo y el sueño me parecía perfecto, pero, ¿lo cursi puede ser perfecto?... A saber...

Ok, último intento, esta vez en tercera persona omnipresente como nos enseñaron en la escuela:

Abrió los ojos y se llevó las manos al pecho como para que no se le saliera de sitio. Se encontró en la habitación que alquiló hace dos años para echar raíces en el país al que se había trasplantado ¿voluntariamente? y que en breve pondría en pausa a cambio de una isla-nación aún más al norte y aún más extraña. La cama sencilla se le hacía grande ante la sensación de que si volvía a cerrar los ojos, comenzaría a llorar un río que la llevase de nuevo al trópico canceriano que la acunó bajo la luna caribeña. Sólo pudo murmurar un Ay bendito tras un largo suspiro entrecortado. Pensó en él... como si no tuviera ya suficientes cosas entre manos como para echarse encima la empresa inalcanzable de un capricho. Sacudió la cabeza como para espantar una mosca. Ese pensiero que le rondaba la cabeza hace ya bastante tiempo y que se había situado lo suficientemente cerca del oído como para producir un zumbido ensordecedor que le era imposible aplastar. ¿Quién sabe si lo quería aplastar? al fin y al cabo no era un mosquito.

Pensó en todo el café que se había estado tomando casi como medicina en contra de la nostalgia, como si el café de su isla trajera consigo el elixir mágico de la humedad caribe. Recordó que a una de sus amigas le quitaron el café por miedo a que se le colapsara el sistema nervioso... a los 25 años. De nuevo volvió a sentir como se le hundía el corazón hasta la espalda y oyó su voz, me basta con ser el favorito de... ¿cómo? se preguntó para sí, ¿y ahora qué?... y maldijo su impaciencia. Tuvo que volver a abrir los ojos ya enrojecidos del sueño y las lágrimas contenidas, pensó en pieles suaves con las que nunca tuvo problemas. Vio las grandes ataduras fraternas de las que no fue parte por distancia y enajenación, pero esta vez no suya. Molesta se giró hacia la pared medio refunfuñando... echaba de menos que... ¡joder, otra vez ese zumbido! Ya no lo echó más de menos porque le parecía más interesante un porvenir incierto que un pasado ya pisoteado por los tacones que usaba para bailar salsa. En eso se propuso recuperar su acento desgastado por años de aculturación hispánico-europea, igual así... y se dormía de lado para que el corazón no se le saliera de sitio.

Otra vez boca arriba tuvo que tomar una bocanada de aire para llenar el vacío que había dejado en su cavidad torácica su corazón al pegar otro brinco. Vio los ojos hundidos de su hermano y sacudió la cabeza, esta vez consiguió espantar ese mosquito. Se acordó de que alguna vez estuvo con alguien que no podía dormir si sabía que había un mosquito rondando la habitación, le dio gracia. Riéndose sola, el corazón parecía serenarse, ese recuerdo le sirvió de marcapasos. Insipiró y, al exhalar, pensó en el mosquito que le quedaba por ahí. BBBZzzzzzz, se atrevió a ponerle nombre y decirle que ya lo cogería, pero hoy no... se dejaría picar esa noche. Entonces, se dispuso a soñar con trajes verde cerveza de seda salvaje, mimes azules y casas de playa montadas en un árbol con escaleras de cuerdas rojas y cañas de pescar.

Si por casualidad duermes y notas que una lagrima te brota seguramente es que yo sueño que camino por las calles de mi pueblo y en el ventorillo aquel de mil recuerdos revivió el ayer quizá llorando llorando..... llorando.....

domingo, 21 de marzo de 2010

La espumita de la sal


Piernas Rojas que ya ardían salen pisando fuerte y arrastran consigo miradas temerosas; ojos que no pueden mirar por más de tres segundos. Una voz líquida detiene el trote y clava sus ojos en mis ojos... y aguantan, me hablan, me miran. Bajo una luna ausente, me piden profundos y salados ... NO. Sonrisas perfectas, enseñadas a mirar por generaciones de amazonas en la sombra, abren puertas que corren el riesgo de no cerrarse nunca... pero jamás lo sabré.

Mientras tanto, las olas siguen rompiendo en una playa lejana que se hunde en aquellos ojos que se amarraron al lustro de los míos. Imagino instantes futuribles que se quiebran con cada ola, con cada mirada silenciosa; y se re-crean con cada mirada alborotosa. El mundo es pequeño, me repito para tranquilizar el ansia de que me agarre la ola. Por momentos me arrastra la resaca y me devuelve a la orilla de un río muerto que huele a Sal y Olivos.

"Esa no soy yo", ¡pero cómo quiero serlo! - "Eso es lo de menos"... "no, no, no, no, no", ¿y sí?... quizás, ¡joder! pero no hay luna... "Lo más que puedo..." - "Lo menos que puedes..." Oportunidad trinitaria de redención que obtiene la única posible respuesta, siempre trina: sí, no, en otra vida... y se abren todas las ventanas.

El aire se carga de salitre caribeño que añora el mediterráneo y el frío de los mares nórdicos... salitre polivalente. Momento totipotente que ahora depende de uno sólo, ya no de mí. Cedí el control y cayó sobre mis hombros el peso de haber dejado pasar... quizás hasta echado a perder... una vida por esos ojos marinos en los que ahora nado quieta viéndolos desaparecer como la espumita de la sal.

sábado, 13 de marzo de 2010

No tan Blanco


Quizás la soberbia me pudo y desestimé el pasado,
lo antes claro se ha vuelto turbio y lo turbio cada vez más preciso.
Sé que soy capaz de decisiones repentinas y contundentes
y a la vez de preposiciones inadecuadas e imprudentes.

He tenido la verdad entre las manos y la he dejado olvidada en algún rincón del desván alquilado que guardó mis seguridades y pecados. Ya no sé filtrar lo que digo y me encuentro cada vez más cerca de lo que pienso, pero siempre en voz alta. No quiero grandes ataduras pero sí grandes instantes. Ya no miro hacia arriba pues aquí, abajo, hay mucho que encontrar. Reparto el tiempo entre viajes que me llevan más de lo que los llevo a ellos. Alcanzo las cosas apuradamente y me aterroriza un día no llegar a tiempo. Siento que me caigo de la ola, que estoy al borde del precipicio y que cualquier paso en falso me despeñaría, aunque todos los días me atrevo a pegar un salto, casi siempre porque sí. No me importa casi nada y me afecta casi todo. Me veo cada vez más guapa aunque no consiga la línea hollywoodesca de la esbeltez anoréxica. Me siento cada día con más poder... peligrosamente... pues tengo una propensión canceriana al control que casi nunca comparto con nadie; aunque el horizonte me ha hecho encontrar algún que otro cangrejo que trata pero fallece en el intento de arrebatarme los mandos. Tengo el gatillo fácil y, a mi alrededor, otros lo pierden.

Llevo un invierno de sequías en mis palabras y afuera no ha hecho otra cosa más que llover. Sevilla se hunde en aguas ausentes que colman los pantanos andaluces y hoy, el primer día de sol de lo que parece que será una primavera fructífera, me siento a escribir. Escribo porque no logro complacerme; escribo porque me es imperativo; escribo porque no depende de nadie más que de mí; escribo porque me quiero leer; escribo porque no sé organizar mis ideas; escribo porque me quiero repetir. Ha pasado una temporada entera y tengo mucho que decir.

Me quiero desintoxicar de mis antojos y no sé cómo hacerlo. El pasotismo se confunde con paciencia y la paciencia me abandona. Sale el sol y seca la tierra enfangada por donde mis pasos caminan seguros de que mañana saldrá otra vez. Y descubro que no soy el remedio de nadie pero sí mi propia medicina. Tiembla la tierra caribeña; me conmueve la fuerza que tiene la vida; entiendo que no somos dueños de nada y cada día nos hacemos más y más pequeños. Tiemblan los cimientos de años femeninos que me estoy perdiendo por la distancia y que estoy dejando pasar por egoísmo... meto el freno. Lloro de felicidad, de rabia y por preocupación pero ya no por tristeza ni soledad. Hago las cosas mal y las seguiré haciendo mal, aunque cada vez mejor.

Quiero mi lugar en el mundo, ya no sé dónde vivo: Puerto Rico, España, Inglaterra, ¿?... ¿Hasta dónde me puede llevar el pasaporte Estadounidense? Busco un ancla, un hombre libre, unos hijos futuribles; sin embargo, hay veces que la razón es la que busca cosas que tienen que ser del corazón y no sé exactamente dónde me lo dejé extraviado... ya ni me duele. Veo lo que no es y se me escapa lo real, pero lo peor de todo es que ignoro con mucho guille lo inevitable... Tengo que pedir perdón... Sí, me han inculcado bien ese sentido católico de culpabilidad que se queda con la mejor parte del after-taste de las cosas, pero es adictivo. No hay nada como la sensación de que las piernas flotan al sentirse perdonado.

Me gusta alborotar el gallinero, me gusta sentirme como cucaracha en baile de gallinas... Me gusta pronunciar lo que todos piensan. Mis amigas se encargan de mí con cariño y seriedad, me dicen tanto lo que quiero oír como la cruda verdad. Recientemente, me he encontrado con la opinión masculina sobre mí... es muy variada e interesante;

Jamelga: F. coloq. Mujer alta, atractiva... aparentemente inalcanzable
Imponente: adj. autoexplicativo
Mujer torbellino: frase adjetival. Aun está por verse su aplicación positiva o negativa, todo apunta a ser positivo.

-¿Yo qué sé?- Lo que sé es que se me hace bien difícil aparentar ser indefensa. ¿Quién se atreve a mirar más allá de lo que aparento?, ¿a no pensar por mí?, ¿a decirme lo que piensa y no esperar a que yo lo adivine?, ¿a no estar nervioso?, ¿a ser claro y conciso?, ¿a ser alegre?, ¿a ser mi igual?...

Soy feliz y a la vez tengo nostalgia de una felicidad desaparecida pero que recuerdo con mucha lucidez. La reconozco en la gente a mi alrededor y me hace cada vez más feliz, tanto que cuando regrese a mí vendrá enriquecida. Se me cae la baba por todos ellos que la viven, sana envida que me inspiran para no rendirme. Todos los días tengo algo que me recuerda que la vida es omnipotente y que es muy persistente, más que yo y mis impulsos. Si no sé organizar mis pensamientos, por qué trato de adelantarme a ellos... de eso me doy cuenta cuando me choco contra la vida, el trabajo y la familia. Familia en crecimiento y raíz de toda mi alegría; ejemplo a seguir y faro que me guía.

Ahora en esta primavera que apunta a sol y fresco me preparo para la verdad. Para la unidad y para la coherencia. Para crecer y tener los huevos de no huir de mí misma. Misma y yo nos llevaremos bien. ¡Más me vale!

Una foto vale más que mil palabras...