miércoles, 2 de junio de 2010

¡SAL!

¿Quién dice que uno no tiene poder sobre sus sueños?
¡SAL!
...Porque yo quiero que te salgas ...


Otra vez enredada en telarañas
que tejo de hastío, tengo que pelear
con no se qué porque ahí estás.
Pues sé que pululas tan profundo en mí
que hasta Morfeo sabe de tu existencia.

No me apetece tenerte tan claro
en mi pensar, mucho menos
tener que convencerme
de que fue todo solamente
un capricho subconsciente de mí misma.

Sal. Hazte desvanecer de mis quimeras,
tanto que igual si sales te tengo fuera.
¿Pero quién me dijo que lo quería fuera?
Fuera de mi vista... si no te veo.
¿Lejos de mí? Si no estoy.

Sal y hazte.
Hazte la sal con que condimentas mis sueños
insistentes, caribes y jugosos.
Échatela y vuélvete a mí.
Sé tú la sal y yo, fermento.

Salseando la reina avanza
y la molienda culmina en danza.
¡Sal y que no te coja culipandeando que por mí
quema la antilla su sangre ñáñiga!
Ya nada de Melao Melamba
pues mi Antilla lleva sal y playa.

Sal de los castillos de arena.
Edifícate ante mí antes que otros.
Salte de la fila de dobles caras
donde la cebada mira y calla,
pero sólo uno otorga y cede.

Saleroso sin salsa que te suba
y yo masa con masa, sintiendo
ritmos... sudo que sangro.
Escribo ritmos, sufro que sangro.
Afinco el golpe y aprieto el paso.

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