viernes, 5 de agosto de 2016

Pumping sessions: otra vez con la bomba a cuestas




Hoy es mi segundo día de vuelta al trabajo a tiempo completo. Soy maestra y tengo dos hijos pequeños, una niña de dos años recién cumplido y un bebé de 14 semanas hoy. Soy madre lactante y por segunda vez ando con la bomba a cuestas para sacarme leche en el trabajo. Creo que establecer la lactancia y mantenerla por un año siendo madre trabajadora ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida y la más gratificante. Aquí estoy haciéndolo otra vez. 

Ha sido como correr bicicleta, no se olvida pero llevaba un año sin lactar, y el recuerdo de mi niña ya grande era lo más fresco que tenía, volver a empezar con un recién nacido fue como empezar de cero. Por eso quisiera plasmar mis experiencias durante mis sesiones con la bomba...  Y así ayudar a quien me lea y entretenerme mientras. 

Regresar al trabajo como madre lactante puede ser un agobio. ¿Qué hacer para no cargar con tanto, y ahorrar valiosos minutos que debemos usar para extraernos la leche?

1. Preparar dos juegos de partes de la máquina para poder tener uno limpio siempre mientras el otro se seca. 
2. Llevar siempre una bolsa (zip top) para partes usadas y ponerlas en la nevera después de terminar de sacarte leche, las puedes usar para la siguiente sesións sin tener que limpiarlas. 
3. Que tu maridito te ayude a fregarlas en la noche y prepararlas para el día siguiente... Probablemente estarás con el bebé en el pecho en la tarde después del trabajo, y tú sabes... Hay que comer, bañarse y esas cosas.
4. Deja la bomba y lo que necesites en el cuarto de lactancia de tu trabajo (¡no puedo creer que tenemos uno!). Así no tienes que cargar con eso todo el día. 
5. Llévate agua, meriendas y fotos del pequeño para verlas mientras te extraes. 
6. Sé activa mientras te extraes la leche. Date masaje y aprieta como si fueran limones. Lograrás extraer casi una onza más así! 

Hablando de eso. Basta de escribir, ahora a apretar. 

¡Seguimos con la bomba a cuestas mañana! 

miércoles, 18 de mayo de 2016

De parto, ¡otra vez!




Para no perder la costumbre, escribo el día de mi fecha de parto y en el celular. Esta vez con las dos manos pero aún dando el pecho. La diferencia no es solo que esta vez tuve un niño, ni que nació en Texas... Si no que la mitad de mis días estoy pegada a la máquina saca leches porque el pequeño nació con prisa y maldeamores. 

La bilirrubina, esa cosa que todos conocemos por Juan Luis Guerra, que se le sube a los bebés y que nos obliga a sacarlos al sol para que el tinte amarillo en la piel y los ojos les baje nos acosó hasta ayer -17 días después de nacer- En especial en un bebé que quiso nacer a las 37 semanas recién cumplidas... En esa zona gris entre término y prematuro, unos cuantos días más le hubieran venido bien. Un bebé grande, 19" y 7.7 lb. Un número difícil de alcanzar después de perder el 10% de rigor postparto, cuando no nació con la suficiente fuerza para mamar y para colmo con frenillo. Tongue tied le dicen aquí... El pobre chupaba y no hacía más que acribillarme los pechos, se quedaba con hambre pero el cansancio del esfuerzo era tal que dormía demasiado. En el día 5 se lo arreglaron. 

Ahí entonces la bilirrubina se apoderó, no comía para eliminarla y pues yo llena de leche empecé a sacármela para dársela en biberón. ¡Qué distante a la experiencia con Elena, que nació con hambre, gorda y cachetona! Desde entonces me han perseguido la bomba y los mililitros y las balanzas y los cálculos y la fregadera de piezas y biberones y esterilizar. Hasta luces de foto terapia para la bilirrubina. Repito, madre primeriza otra vez porque la experiencia ha sido totalmente diferente. 

Mi adorado niño es un ángel, come, duerme y a penas llora. Su hermana mayor, con a penas 23 meses, lo quiere, lo añoña y le dice I love you todo el tiempo. No dejo de pensar en todas las veces que dije que odiaba sacarme leche, en todas las veces que me gloriaba de no haber tenido que fregar un bibí en 8 semanas hasta que empecé a trabajar... Porque al que no le gusta el caldo, le dan dos tazas. ¡Y claro que voy a lactar!

Claro, saber los trucos galactorreicos... Cómo usar la máquina más eficientemente, cómo guardar la leche, como estimular la producción... Eso ya lo había aprendido con muchos agobios la vez pasada y gracias al grupo de apoyo del Presby en San Juan. Aquí, para repasar y recuperar las destrezas cuento con el apoyo de mi comadre y con unas enfermeras de lactancia estupendas en el hospital donde di a luz. Hasta tienen un grupo de apoyo al que pienso ir lo más posible para mantener mi sanidad. 

Entonces... ¿No estábamos de parto? Sí, claro... Pero como descubrí con el primero, parir es el comienzo y no de lo más difícil. Como decía Carmen Rosa -mi dula en Puerto Rico- "el muchacho tiene que salir". A lo que yo añado, y entonces comienza lo bueno; la caja de Pandora se abre y el caos siempre está a la vuelta de la esquina. Esta vez Omar y yo nos lanzamos a repasar las lecciones aprendidas con Carmen Rosa y el primer parto y hasta tomamos un tour del hospital, éramos los únicos que ya habíamos parido. Pero yo tenía que parir en inglés y eso para mí, junto con rezar en inglés se me hace muy extraño. Tenía que ver el espacio, repasar el vocabulario y prepararme... Casi como estudiar para un examen final. 

Entonces, viendo House of Cards y en el episodio final me empiezan unos dolores... Pensé que el cansancio y la frustración de la búsqueda de apartamentos me estaban pidiendo que me acostara hasta el otro día... Ya eran las 9:40. Ahí otro dolor fuerte y apagué el finale a 10 minutos de culminar. Me dije que no me pasaría como con Elena y me acostaría a dormir para estar descansada en caso de estar de parto. 

"Omar, estoy sangrando y tengo contracciones... Nada muy fuerte pero para que sepas"... Entre dormido y despierto me dice "¿en serio? Estoy durmiendo"- "nada, duerme, me voy a bañar cualquier cosa" 

Sí claro, pero ahí es que una se baña, se afeita las piernas que hacía meses ha ni me veía con la panza y se seca el pelo... Por si acaso y para las fotos. Pongo la cabeza en la almohada y al rato... Una contracción y un chorrito... Y yo "¡en serio!" Al baño a corroborar... Sí, el tapon fuera y otra contracción desde la espalda con sabor a hierro. Ya eran unas cuantas y se acercaban, y aún había que dejar a Ele con mi tía.

"Omar, it's showtime!" "¿Qué?" "Que nos tenemos que ir al hospital" "Pero si estoy durmiendo"... La fijación con el sueño... Recogimos y con la espalda como epicentro las contracciones llegaron a 4 minutos y nosotros al hospital. Otra vez algo totalmente distinto al primero. 

Con el primero yo podía descansar entre contracciones, aquí el cuerpo se me quedaba tenso, temblando desde la espalda baja y cada vez con menos control. Respiramos, contamos y ningún grito después me di cuenta que la epidural estaba ahí... Columpiándose frente a mí y yo sin Carmen Rosa. Omar me masajeaba la espalda y me contaba las respiraciones... Lo hicimos todo hasta que los latidos del bebé bajaban con cada contracción y me confinaron a una posición cómoda para él y horrible para mí y mis dolores: Back labor le llaman. El Niño estaba puesto del revés con su cara hacia mi hueso público porque tenía tanta prisa que quería verme la cara tan pronto saliera. Pero la parte de atrás de su cabeza... Tallándome la espalda baja. 

"I can't believe I caved!" Repetí eso varias veces con el alivio que solo la epidural da. Dos horas después y varias maniobras para poner al muchacho mirando hacia abajo, estaba pujando y otra vez experimentando esa cosa tan hermosa que es dividirme en otra persona, oír mi piel llorar, oler a vida. 

7 horas desde el primer dolor y ya lo tenía en mis brazos. La mitad que el primer parto... Y dos horas de epidural... I now believe that I caved. Ningún punto... La leche me llegó dos días después... Porque no todo puede ser cuesta arriba. Para todo lo demás está mi madre que atiende a Ele en lo que yo me ordeño, da bibis en lo que cuento mililitros y cocina mientras saco cuentas de los mínimos a darle para que recupere las 7.7 con que nació. 

Ahí estamos. Se puede y sabiendo que amamantar es lo mejor, aún más. Ya veo la luz al final del túnel... Espero poder descansar de la bomba pronto. Mi bebé está bien y mi familia es mi bendición. ¡Hasta la próxima! 


miércoles, 24 de febrero de 2016

Un año...




Hace un año escribí esto. Creo que ya estoy lista... 

Día 1

6am escucho a Elena y la ducha está corriendo. Omar se ducha, quizás está llorando, no sé... Yo trato de repasar el día, la mañana... A qué hora hay que salir de la casa, ¿a dónde vamos? En algún lugar de mi cabeza está la idea de que Omar se va a Dallas hoy y no tiene billete de vuelta. Elena está balbuceando otra vez. Me levanto y entro a la habitación y ella está parada en la cuna, feliz y hermosa como siempre. Se me hace ahora obvio que Omar se levante a sacarla de la cuna todas las mañana y me la deja en la cama para lactarla. Cambiarle el pañal no importa porque ella es feliz y es lo mejor que me ha pasado en el día... Y aun tengo lagañas en los ojos. Hoy papá estaba en la ducha y no la levantó, me tocó a mí, qué placer. 

Mañana también me tocará a mí. Omar no la escuchará, solo yo. Elena lo extrañará al despertarse y yo sentiré el corazón de Omar romperse un poco cada mañana en la que yo vaya a atenderla... No sé si ella espera a papá... Yo creo que sí. 

Omar se fue. Me fui al trabajo... Regresé a casa en la tarde... Una casa vacía, con rastros de vida, la cama deshecha.. El fregadero sucio... Las cajas... Las cajas amontonadas, abiertas, 30 cajas. Las paredes vacías... El cuarto de mi nena vacío... Las paredes que pintamos entre malas barrigas y mariposas son todo lo que queda de la ilusión de tenerle un nido de amor a nuestro retoño... La casita. La casa desmontada... Y finalmente lloré cuando recogí su lado de la cama... Vacié el vaso de agua que siempre se lleva al lado de la cama para poder dormir y que siempre se queda medio lleno... Recogí la crema que maniáticamente se pone dos veces en las manos antes de dormirse. Lloré un poco... Quizás lo que más me permití llorar... Me dolió el pecho... Están llenas de leche... No me he sacado leche hoy y Elena tomó un biberón que entonces está esperando a salir ... Recogí la cuna de mi bebé. Se la
Llevaron. Su cuna se la llevaron hoy. El cuarto en el que aprendí a lactar, a dormir con un ojo abierto y una bebé en la teta. El cuarto que huele a casa está vacío, la cama está vacía. Papá no está... Esto es muy fuerte... Las cajas. 

Una foto vale más que mil palabras...