lunes, 20 de octubre de 2008

De comida y tardes navideñas


Ya me puse las botas otra vez, literalmente. El segundo otoño de estas botas. En octubre, resgreso a los eneros puertorriqueños y no puedo evitar volver a escribir sobre ello. El cielo se nubla de vez en cuando, pero cuando sale el sol parece que estoy en la latitud 18 29N, en vez de estar en medio de Andalucía y con el caribe a 8,000 kilómetros de distancia. Es la luz la que me engaña. El sol andaluz imita celosamente a ese Caribe que sobre estas fechas fue descubierto hace más de 500 otoños. Es una pena que sólo yo pueda apreciarlo, yo y unos pocos atillanos que sufran de la misma neurastenia, digna de La Peregrinación de Bayoán, que sufro yo en el otoño.

A pesar de todo, es una sensación de felicidad la que siento cuando respiro el aire tiernamente húmedo y fresco... cierro los ojos y estoy en Guavate con la piel oliendo a sereno y manteca. Claro esa es "La manteca que nos une", así lo dice Magali García Ramis y es una verdad "como un camión". Nos une por encima de la política (claro, todos somos independentistas en el exilio)... "un tun tun de grasa y fritanguería recorre las venas borincanas, nos une, nos aúna, nos hermana por encima de la política y los políticos, los cultos y las religiones, la salsa y el rock, el matriarcado y el patriarcado"... ¡ahí lo llevan! Mejor dicho, imposible. Pero ese lechón al que tanto le cantamos, ese colesterol que tanto nos persigue, esas grasas trans del flan de coco y las calorías del plátano maduro son mi "confort food" muy por encima del chocolate y el ben & jerry´s.

Queda comprobado que, cuando se trata de alimentar el alma caribeña, somos un barril sin fondo. Recientemente he sido comensal asidua en el chiringuito de Puerto Rico en el Festival de las Naciones que han puesto en frente de mi facultad. Sí, es el primer año que tengo el gusto de visitar Puerto Rico a la hora de almorzar. Bueno, "Puerto Rico"... la cocinera es una cubana de caderas tembandubeanas y una generosa sonrisa. El plato "portorriqueño" consiste de un arroz sofrito en soya con camarones, bacon y pollo, pero algo tiene en las manos que sabe a mar Caribe. El mofongo que sirve es un mangú de plátano maduro que sabe a Barrio Obrero y no se cansa de traerme plátano maduro frito por el lado. Me pone las Piña Coladas con Bacardí (lo mas cercano a un buen ron que tiene) y, aunque es más caro que el ron que le da al resto del mundo, nunca me cobra más y hasta me invita de vez en cuando. El otro día no tenía "mofongo" pero me dió unas bolitas de maduro fritas y rellenas de queso fresco que me llevaron al guateque en un abrir y cerar de mandíbulas. El pincho de pollo está exquisito, sí algo tan normal como un pincho de pollo como el que hace mi hermano cuando se inspira.

La cherry, el momento cumbre: escuchar los primeros acordes metálicos de "La murga" de Willie Colón, esa misma que bailamos todos los 31 poco antes del "¡Feliz año nuevo!". No se puede evitar marcar el paso, cuando suena "Azuquita pa'l café" la clave se lleva mis pies, dos tres, seis siete. Y, para mi sorpresa, la indiscutible diferencia entre los mediterráneos que fundaron nuestra cultura y nosotros los boricuas, mis amigos se sorprendían de cómo podía cantar, bailar y comer a la vez que los invitaba a probar de todo. Pues realmente no sé como puedo, sólo sé que es así. No podemos no bailar, hasta el que no baila mueve un poco los hombros al son de la plena, o la cintura al ritmo de "El menú" del Gran Combo; canción que representa en cuerpo y alma el espíritu caribeño de nuestra comida y nuestro afán por bailar comiendo. De todos modos lo conseguí... aquí, al principio, no quieren parranda no quieren cantar pero cuando empiezan no pueden parar.

2 comentarios:

edmaris dijo...

very nice my friend! anda por tu vida, dime cómo se llama la cubana, que ya me cayó bien!

Diana Margarita dijo...

Livia! Se llama Livia! Me dio un montón de pena el otro día. Le llevé un flan de coco como le había prometido, y me dijo que me pasara en la noche y lo tomaríamos juntas. Al final no me dio tiempo y era el último día del festival. Será hasta el año que viene que la vea de nuevo!

Una foto vale más que mil palabras...