lunes, 10 de marzo de 2008

All Hallow's Eve/ Víspera del día de los Santos

Escrito el sábado 10 de noviembre de 2007

En estos primeros días del mes de noviembre he visto el cambio en la naturaleza que supone la llegada del otoño. Para los caribeños nos puede parecer otro mes más sin mucho cambio en nuestro entorno natural. Pero, para los que viven en un clima sujeto a estaciones, la llegada del otoño significa mucho; como por ejemplo: el comienzo de la rutina porque ya que el verano alegre y despreocupado ha terminado... Claro nosotros decimos, "pero en Puerto Rico (igual que en el resto del caribe) hay "estaciones", bueno dos... tú sabes... el fresquito de la navidad, etc." Esto es prueba de que somos muy sensibles a los cambios de temperatura y poco tolerantes al frío. Lo que me lleva a concluir que: cuando eres un ser trasplantado desde el Caribe al Mediterráneo, percibes los cambios en las estaciones más que los propios que están habituados a ellos. Más aun, podemos sentir mejor su importancia.


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La noche del 31 de octubre, como de costumbre, uno asume otra identidad más o menos tenebrosa. Antiguamente los celtas lo hacían para que los muertos, que esa noche resucitarían para apoderarse del cuerpo de los vivos, huyeran asustados. (En mi caso, prefiero la fantasía y las hadas) En nuestra era, el día siguiente se le dedica a todos los Santos; esos santos anónimos que son honrados post mortem en su hipotética santidad. Aquí en España es fiesta nacional y muchos toman el día para visitar el cementerio, otros, para revivir el cuerpo resacoso por la juerga de la noche anterior. En cualquier caso, este año el primero de noviembre, quizá en honor a las almas vagabundas, las temperaturas en Sevilla bajaron; por primera vez ya se sentía el otoño. Se percibía el comienzo de esa 'pequeña muerte' que la naturaleza tiene que sufrir para sobrevivir el invierno y florecer en primavera. No diferente a la petite mort el organismo debe reiniciarse para intentarlo de nuevo.

Hasta en Puerto Rico vemos cómo, poco después de cuaresma, los árboles lloran sus hojas para, casi instantáneamente, crecer otras. Seremos los caribeños iguales a nuestra flora? Prescindimos del invierno cuando es hora de llegar a la primavera, de renacer, de reponernos de la petite mort?

Ya que no todas las 'pequeñas muertes' son tan placenteras como la versión francesa, sé que cuando estamos muriendo, o eso creemos porque así lo sentimos, porque se nos están cayendo todas las hojas; pensamos que el invierno se avecina, pensamos que será una eternidad. Entonces es ahí que, antes de uno darse cuenta, nacen hojas nuevas, diferentes y mejores; que anuncian una nueva primavera.

Así como en la noche de Halloween nos escondemos en otredades porque están muriendo nuestras entrañas y no queremos que se queden con nuestro cuerpo... tan pronto como el día siguiente recordamos el papel benévolo que jugaron todos los que, de una forma u otra, ya no son parte de nuestro día a día. Somos capaces de colocarlos a salvo en el pasado, recordando todo lo bueno y todo el bien que nos hicieron. Esos fantasmas de los que nos escondíamos y nos llevaron al otoño, súbitamente y sin necesidad de un invierno largo y doloroso, son recordados como pequeños santos en nuestra vida. As'í permanecerán en el pasado pero nunca estarán ausentes.

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